martes, 16 de julio de 2013

LOS CIUDADANOS DE SEGUNDA CATEGORÍA

Una noticia común, de esas que siempre se encuentran escondidas entre las crónicas diarias que se registran en nuestra querida Ciudad del Este, y que por desgracia, se ha tornado mucho más normal, de lo aconsejable, por lo que ya no llama más la atención. 

Esta información nos cuenta, que un hombre falleció sobre un banco, en uno de los tantos pasillos del Hospital Regional, de nuestra ciudad, al cual llegó, con algunos problemas de salud. Como cientos de personas humildes, iba en busca de atención médica, pero con tan poca fortuna que antes de ser auscultado, por alguno de los médicos, pereció sin siquiera ser visto por uno de ellos.

La noticia se completa con que luego, el cadáver fue llevado a la morgue del mismo centro, donde debería esperar la presencia de la fiscal Arminda Rivas de Monges. Esta representante de la sociedad afirmó que investigaría el hecho, especialmente a los médicos de guardia, quienes podían ser acusados por omisión de auxilio. 

Hasta acá nos llega el relato de uno de los periodistas que hicieron la cobertura. Sin embargo todo esto tiene un sórdido y nauseabundo trasfondo a discriminación que provoca realmente muchas ganas de vomitar. 

Por supuesto, que dicho paciente no vestía un traje bien cortado, ni tenía una corbata de seda italiana, al parecer no era un hombre atractivo y ni siquiera hablaba bien el idioma castellano.

Según se podía observar en una foto, en la que se mostraba como un varón de aproximadamente 50 años, con ropas más desgastadas que las comúnmente usadas; y su aspecto delataba las características de uno de los tantos indigentes llegados, de vaya uno a saber de dónde. Estos, que por obra de la larga crisis económica que sufrimos, se han volcado masivamente a las calles de las grandes ciudades de nuestro país. 

Es muy probable que a muchos les haya pasado que la adversidad, ante sorpresiva perdida del trabajo o en su defecto de su propia empresa, lo haya llegado a deprimir a tal punto, que terminó perdiendo a toda su familia, y que la mayoría de sus otrora “amigos”, para las buenas, lo hayan abandonado totalmente a su suerte. 

Sin aquel soporte básico que es su entorno familiar y sus amigos o compañeros de trabajo, es muy probable que su autoestima se haya ido a cero, y hasta puede llegar a negar la fe enseñada por sus mayores. No menos difícil que también haya caído presa en las garras del alcoholismo, del cual es muy difícil de salir. 

En este lamentable estado de cosas, es muy lógico que también sea inmediatamente marginado de cualquier tipo de cobertura médica prepaga, pero eso nunca debiera estarlo, de un centro asistencial público. Porque la misma Constitución Nacional garantiza el inalienable derecho a la salud, hasta el último habitante de nuestro territorio nacional. 

Esto comprueba una vez más, que la deshumanización que existe hoy, en cualquiera de las ramas de la Medicina. Antiguamente el muy conocido Juramento Hipocrático, hacía que los recién egresados doctores en medicina, se sientan orgullosos de sí mismos al tomar un verdadero compromiso de honor, con su nueva profesión, a la que debían convertir en un apostolado. 

Pero ahora, en la actualidad, la mercantilización de los médicos, los ha convertido en verdaderos caníbales, priorizando siempre el dinero antes que los valores éticos y morales haciendo vigente, aquel dicho “tanto tenes, tanto vales”, al que cumplen fielmente. 

Lo único que desean es simplemente facturar cuanto más se pueda mucho mejor para ellos, aún cuando el enfermo se encuentre sano. 

Aunque sea una cosa muy difícil de creer, es esto mismo lo que nos está sucediendo. Que un hombre pobre se muera en un hospital público sin haber sido atendido, no es nada nuevo y aparentemente, como se encuentra el sistema sanitario paraguayo, no será la última vez que suceda. 

Si hasta al experimentado Eduardo Cano, el conocido forense del Ministerio Público, le resultó demasiado llamativo que el hombre se encontrara solo, agonizando en un pasillo y no fuera socorrido. Aunque sea por simple compasión tendría que haber sido trasladado a la sala de internación. 

Según cuentan algunos pocos testigos, ellos afirman que fue visto cuando estaba agonizando sobre el solitario banco, pero nadie de los médicos o enfermeras de urgencia apareció, aunque fuera a verlo. Solo aparecieron algunos funcionarios, luego que hubiera fallecido, pero únicamente para llevarlo a una fría mesa en la morgue local. 

En esta oportunidad ha sido un hombre pobre que ha salido de los circuitos del sistema social que a todos nos envuelve, para ingresar a la marginalidad. 

Pero también existen indígenas enfermos que no son recibidos en ningún hospital del Estado, aduciendo mil excusas aunque en el fondo esconda una horripilante discriminación. 

Esta lista podría bien completarse con jóvenes drogadictos de ambos sexos que viven en algunas de las plazas céntricas o en el paseo central de la ruta internacional, muy próxima a la Terminal Urbana de Ciudad del Este. 

Niños y niñas de la calle, desposeídos de techo que ya no tienen como pagar un alquiler. Gente de los asentamientos hacinados en casuchas que soportan una vida infrahumana. 

Ancianos que han sido abandonados por sus familiares por encontrarse enfermos o bien que no cuentan con dinero suficiente para enviarlos a un asilo que cubra sus necesidades básicas. Ellos también son parte de los que se les niega asistencia médica. Así como cientos de compatriotas que han sufrido en carne propia la desgraciada suerte de quedar desempleados por mucho tiempo. 

Es una gran vergüenza que involucra no solo a todos los médicos del Hospital Regional de Ciudad del Este, sino al mismo director, de la X Región Sanitaria y no se escapa, por supuesto ni siquiera el mismo Ministro de Salud. 

Aunque ellos son en parte cómplices de un sistema perverso que se arrastra desde hace muchas décadas, eso no los exime de la culpa, ya que en los últimos cinco años de gestión no mejoraron el sistema ni en un mísero porcentaje. Por lo tanto, que todos ellos carguen sobre sus conciencias su parte de responsabilidad, ante la muerte de otro desconocido paraguayo de segunda categoría.

2 comentarios:

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  2. La compasión, un sentimiento que podemos experimentar los seres humanos, es cada vez más escasa entre nosotros y cuando se trata de la salud de los menos favorecidos por la vida, los menos dotados de éxitos y comodidades, es realmente lamentable... Que la salud es un derecho de todo ciudadano paraguayo es una falacia del tamaño de un buque...Sí, está establecido en nuestra fémina más violada (la Constitución Nacional), pero, en letras muertas, y ninguno de los diferentes gobiernos que se han sucedido ha hecho nada por reanimarlas, o por volverlas a la vida... Es deplorable, triste, desolador, lastimoso y terrible, pero, debemos admitir que la sociedad actual mide a los demás por la presencia, la vestimenta, la facilidad de hablar con fluidez, y la "posición social" y quizás por la marca de auto o camioneta con que se desplaza la gente... Esa es la realidad Ricardo Steimberg, hay sí ciudadanos de distintos niveles y "categoría" según su billetera... :/

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