No existe nada más claro y transparente que los fríos números. Al final de cuenta, son los que dominan al mundo. Con solo decir que, de cada 4 paraguayos, 3 trabajan directa e indirectamente para el Estado, y que el 80 por ciento del presupuesto anual se destina a pagar salarios, ya queda casi todo dicho. Con las migajas restantes todo un país tiene que sobrevivir durante un año entero.
La presente nota, es la continuación de “Claves para el desarrollo socio-económico”, refiriéndose al achicamiento del Estado. Un tema complejo que no se puede desarrollar en dos páginas. Es delicado porque toca intereses de los grandes grupos de poder.
Quien trabaja para el Estado o se postula para vivir a sus costillas, es lógico que se encuentre en la vereda de enfrente, ya que gracias al estatismo, pretende vivir de él.
Los líderes también tendrían cautivos los votos, los resortes de poder, las influencias, el dinero necesario para perpetuarse, el uso y abuso de los bienes del Estado, como si fueran propios, y los medios de comunicación, que bajo coacción, léase: retiro de la publicidad estatal, pueden manipular a la opinión pública.
Los líderes también tendrían cautivos los votos, los resortes de poder, las influencias, el dinero necesario para perpetuarse, el uso y abuso de los bienes del Estado, como si fueran propios, y los medios de comunicación, que bajo coacción, léase: retiro de la publicidad estatal, pueden manipular a la opinión pública.
Con el achicamiento del Estado se reducen los impuestos, ese dinero, es inyectado en áreas desprotegidas (salud, educación, seguridad, programas sociales como caminos, puentes, aeropuertos, cárceles, etc.). Se controla la inflación, el Banco Central no emite dinero, ni billetes ni bonos. Las cuentas nunca cierran.
Si sucediera como en Argentina que a la inflación, se la contrarresta con crecimiento de 9 %, estaría bien. Pero una inflación con recesión y sueldos congelados, la cosa sería muy distinta. Si el 80 % de los recursos del Estado son consumidos por salarios, no queda margen para crecer y sin esto, el estancamiento reinará por siempre.
La verdadera función del Estado
El Estado tiene tres funciones básicas, y figuran claramente en nuestra Constitución. Sin establecer un orden prioritario: salud –educación y seguridad.
Cuidar la salud y la educación de los habitantes es fundamental, así como proteger su seguridad, interna como externa. Luego le quedaría controlar y no regular, el funcionamiento correcto de las tres funciones antes nombradas, y lo que pueda hacer la iniciativa privada.
Control de precios justos, evitar el monopolio de las empresas en determinadas áreas, evitar las publicidades engañosas de todo tipo, calidad y peso de las mercaderías, el pago de los tributos que le corresponda a los usuarios, etc, etc.
Y eso ocurre, porque no es su función específica. El Estado no puede producir y vender cemento, no puede fabricar caña, no puede fabricar acero, no puede ser hotelero ni tener casinos.
Petropar es la única empresa petrolera en el mundo que da pérdidas. El cemento paraguayo es excelente, pero no abastece al mercado interno y es caro, lo que incentiva al contrabando. Es caro porque no reinvierte, las pocas ganancias que genera, en su planta de Vallemí. Estas se dispersa o desaparece como el Triángulo de las Bermudas.
El acero paraguayo también es bueno, cumple con las normas internacionales de seguridad, pero copia a la cementera, con el agravante que trabaja siempre a pérdida.
Los edificios alquilados por el IPS, son otro ejemplo de la mala gestión del Estado. Alquileres regalados, prebendas de por medio, estando la mayoría en ruinas. Es mejor no hablar del complejo urbanístico en Mariano Roque Alonso.
Desde siempre el Banco Nacional de Fomento tuvo su saldo en rojo, con un pasivo y una cartera de morosos incobrables. Sin embargo, a pesar de las continuas inyecciones del Banco Central, no sale del coma. De haber sido un banco privado, hace rato que hubiera cerrado sus puertas. Con la Essap, Ande y Copaco también les sucede lo mismo, sus cobros desmedidos y la pésima calidad del servicios son irritantes. Sus constantes déficit merecerían una próxima nota especial.
La idea es disminuir la cantidad de funcionarios públicos, en la medida que la actividad privada la pueda ir absorbiendo.
Al racionalizar al personal, el dinero destinado a salarios, se destinaría a otros rubros, salud y educación son los ítems más desfasados que tiene el país. La Constitución garantiza un mínimo de 20 % del presupuesto nacional para la educación, siendo en realidad, el 3 % lo que se destina.
Los proyectos sociales encaminados, en especial hacia aquellas capas que navegan bajo la línea de pobreza, mejorando así la calidad de vida. La inversión estatal orientada hacia proyectos culturales que apoyen la creatividad de los jóvenes.
Planes para inculcar la paraguayidad por encima del bombardeo cultural foráneo, en las nuevas generaciones. Propiciar el cine nacional, revigorizar al teatro criollo, en castellano y guaraní. Todas las artes plásticas merecen su espacio. En cuanto a la seguridad, es obvio lo que sucede actualmente en nuestro suelo.
Capacitar y jerarquizar a la Policía Nacional, con buenos equipos y un adecuado apoyo logístico, sueldos dignos, de acuerdo al riesgo que corren al enfrentar el peligro. Las FF.AA., debería caducar el SMO y profesionalizar al personal. Redimensionar los cuadros jerárquicos de acuerdo a las necesidades del país. En proporción, Paraguay tiene muchos más generales que EEUU.
Qué y quiénes frenan el cambio
Desde aquella época, nos gobierna una tendencia centro-derecha conservadora, con matiz fascista, que impide y frena los cambios. Por lo tanto es imposible que el país avance. Se encuentra frenado solo por una elite, poderosa y que actúa impunemente.
La privatización y el achicamiento no figuran en el diccionario de estos grupos enquistados en el poder, y, que ya cebados, de ninguna manera querrán desprenderse de esos votos cautivos. Ministerios, gobernaciones, municipalidades, empresas del Estado, aduanas, policías y FF.AA. (que no votan, pero sus familias si).
Una prueba de lo dicho, es que después de 1989, no se ha hecho ninguna obra de envergadura. Al sistema no interesa el progreso. Se sirve del atraso, la ignorancia y la miseria y si el pueblo se encuentra hambriento, mucho mejor, ya que será más fácil dominarlo. Esa ha sido su táctica hasta el presente.
El cambio sería pasar a una gestión de centro-izquierda, similar al estilo español, sueco, irlandés o porqué no israelí. O sea, el dinero al servicio de la gente y no la gente al servicio del dinero. En los países nombrados, el Estado se ha hecho eficiente, y para la corrupción, si bien no ha sido derrotada, las penas son duras.
Dentro de un par de meses, tendremos una oportunidad para salir de este letargo, para que por fin el futuro no parezca tan desolador, ya que los 6 millones de paraguayos así lo sienten.
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