sábado, 29 de octubre de 2011

¡Sequía!

Desde hace varios meses, toda la región Este del país soporta una prolongada sequía, lloviendo sólo con una mezquina intermitencia, haciendo sentir su rigor en el máximo reservorio con que cuenta Ciudad del Este, el Lago de la República. 

Este cartón postal de la comunidad está a más de dos metros por debajo de su nivel normal y esto afecta a la cantidad y calidad de agua que Essap e Itaipú proveen a los habitantes beneficiados por sus servicios. 

Los miles de pozos diseminados por todo el distrito también se encuentran casi sin el vital líquido. Y en caso que lo haya, se encuentra tan turbia que no puede ser utilizada para beber y consecuentemente se la reemplaza con agua mineral, hecho éste que desajusta los ya escuálidos presupuestos familiares. 

Esta nueva época de sequía, fenómeno que se repite con cíclica frecuencia, no puede tomar desprevenido a nadie, pues es prácticamente, en mayor o menor grado, algo común todos los años.

No se puede lavar la ropa, la vajilla, bañarse y una cantidad de actos diarios que involucran al agua. Es más, uno de los rubros que más divisas generan al departamento, la agricultura, se encuentra en estos momentos con cultivos seriamente comprometidos por este cruel fenómeno climatológico que tiende a agravarse con el correr de los días. 


La sequía en el campo no se puede prever, por lo que los agricultores se ven impotentes para solucionar el problema y encomiendan a Dios, sus súplicas. Pero en la zona urbana el panorama es muy distinto. No sólo se puede anticipar, sino que se cuenta con medios tecnológicos y económicos que sí puede paliar o solucionar la falta de agua potable. 

El hecho puntual es que Ciudad del Este cuenta con una importante población fija, a la que se le tiene que sumar, durante el horario comercial, gente de otros distritos y cientos de empleados brasileros, trabajando en negocios del microcentro. Toda esa masa de gente consume gran cantidad de agua, especialmente la de los sanitarios de los comercios o galerías. 

A sabiendas que el problema de estiaje se repite casi anualmente, era de esperarse que este gobierno comunal (ya que los anteriores nunca le prestaron atención), tomara cartas en el asunto. Las opciones son muchas y algunas de ellas son realmente costosas, pero para esto se contaría con ayuda del gobierno central y de la Essap. 

Los sistemas de provisión de agua de la comuna esteña están obsoletos y perimidos. No consigue abastecer, ni siquiera con la ínfima cobertura que dispone, a los usuarios de la Essap y la mayor parte de sus equipos ya debieran pertenecer a un museo. Es imperioso, inclusive para aumentar el área de cobertura, el dragado del Lago de la República, así como buscar nuevas fuentes de provisión. 


Los ríos Acaray o Monday podrían ser opciones a considerarse. Otra fuente de provisión, que no debe desestimarse, es al octavo río más caudaloso del mundo, el río Paraná. Desde ya habría que hacerle un estudio, tanto de sanidad como de factibilidad. 

Pero sea lo que fuere, son las autoridades quienes tienen que prever la correcta provisión de agua potable a los usuarios y así velar por el bienestar de la población. Ellos deben cuidar los intereses ciudadanos, que es el espíritu del voto cuando se les eligen, pero esto nunca ha sucedido así. 

Desidia, desinterés por lo ajeno, inoperancia, negligencia, mal manejo de los fondos públicos son algunos de los términos más empleados por los mismos ciudadanos cuando se refieren a sus dirigentes. 

Ante esta coyuntura, y para evitar un probable desabastecimiento generalizado, se debe más que nunca utilizar con moderación el agua, evitando desperdicios innecesarios. 

Hasta que no se disponga de medidas paliativas es necesario una economía de guerra del vital líquido, comenzando con las dependencias e instituciones públicas y con la propia estatal Essap, que desperdicia millones de litros de agua en cañerías rotas y mal conservadas.


Pero cuidado, el ciudadano común tampoco colabora con el ahorro del agua, ya que la despilfarra vilmente regando por horas sus plantas del jardín, o lavando los autos, o simplemente dejando que las criaturas se diviertan con ella. Irracionalidad, ignorancia y hasta prepotencia priman en estos actos. 

Ante esta nueva sequía, si nuestras autoridades y los ciudadanos no toman rápidamente conciencia del ahorro del agua y se evita su uso indiscriminado, es probable que dentro de muy corto tiempo debamos retirar el agua (no potable) del río Paraná en tambores, como en antaño, o proveernos a través de camiones cisternas.

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