sábado, 1 de octubre de 2011

Democracia en serio

No falta mucho tiempo para que se cumplan 19 años del golpe de Estado que derrocó al dictador Alfredo Stroessner. Sin embargo muchas cosas no han cambiado, es más, tenderían a quedarse así, como están, porque eso beneficiaría a un pequeño grupo que sigue manejando al país a su total antojo y arbitrio. 


Esta es la misma gente que cree que el dinero de las empresas del Estado les pertenece y la usan como caja chica. Los lujosos vehículos que el pueblo ha comprado son de su uso exclusivo y los utilizan hasta para ir de compras al shopping e inclusive para que sus hijos se diviertan los sábados en la disco de onda. 

Esa no es democracia, ni mucho menos. Uno de los requisitos para una democracia consolidada, es la alternancia de los distintos partidos políticos en el poder. La democracia es la total independencia de los poderes del Estado. Y en esta nación guaraní, tampoco se da, ya que el Poder Judicial es altamente sensible a las órdenes de los mandamases de turno. Un ejemplo claro, la Corte Suprema de Justicia, en muchos casos, no emite un veredicto creíble e imparcial. 

El Poder Legislativo además de seguir los mismos vicios del Poder Judicial, es el que menos trabaja y el que más gana, en función al rendimiento de sus integrantes. Existe otro organismo tan grande y poderoso como los poderes del Estado y que de un tiempo a esta parte ha cobrado un inusitado vuelo. 

Nos referimos a la Contraloría General de la República, que es el ente encargado del control de las actividades económicas y financieras del gobierno. Sin embargo, sus actividades se extienden mucho más de aquello que le fijan los límites de su función, extendiendo su intervención hasta áreas insospechadas. 

Los políticos sólo se dedican a los bellos discursos y a llenarse los bolsillos, acercándose a la gente a pedir votos, una vez cada dos años y luego viene el olvido total. Por eso el pueblo paraguayo tiene realmente lo que se merece. Políticos que durante su mandato no hacen nada por la ciudadanía, pero a la hora del voto, contra toda predicción y sin nada de sensatez vuelven una y otra vez a ser votados. 

¿Por qué lo hacen?, ningún extranjero jamás lo entendería, porque es tan nuestro, algo tan enquistado en esa “paraguayidad” folklórica que es imposible de desterrar, pero que va llegando el momento, donde el pueblo comience a replantearse qué tipo de país se quiere tener, porque éste, el que tenemos actualmente ya no da para más. 

Otro cheque en blanco para la misma gente que provocó el mayor éxodo de compatriotas en tiempo de paz, no es lo más indicado para este momento que nos toca vivir. Esta es la ocasión perfecta para reflexionar antes que comiencen las campañas políticas con candidatos definidos. 

Los colores no cuentan a la hora de llenar la olla. Una chipa y una cervecita es muy poco para sustentarse durante 5 años. Para qué sirve cerrar la tranquera después que se escapó el caballo. 

Esta es una hermosa e impostergable ocasión para que la democracia paraguaya por fin se ponga los pantalones largos y empiece a crecer y consolidarse como tal. Si no lo hacen por ustedes, al menos háganlo por sus hijos y por sus nietos. Ellos se merecen tener una oportunidad para trabajar por el país y no estar extrañando este suelo a 20.000 kilómetros de distancia.

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