Aquella buena imagen que la gente tenía de los
profesionales de la prensa. Esa visión romántica del periodista que dejaba la
redacción para sumergirse en el submundo del hampa y conseguir notas
increíbles, en base a buena información de contactos confiables, saber sonsacar
los datos necesarios disimuladamente en el lugar de los hechos y por supuesto,
con esa dosis de simpatía personal.
Esto ya casi no ocurre, porque todos aquellos
periodistas de raza ya se han ido al cielo, junto con sus viejas máquinas de
escribir Underwood.
Hoy abundan los “showman” o los comediantes de la información, quienes con descaro conducen los programas periodísticos. Pretenden ser las estrellas de la pantalla, sea como fuere, sacrificando todo lo poco bueno que les queda y ofrendándoselo al poderoso y desalmado “dios del rating”.
Hoy abundan los “showman” o los comediantes de la información, quienes con descaro conducen los programas periodísticos. Pretenden ser las estrellas de la pantalla, sea como fuere, sacrificando todo lo poco bueno que les queda y ofrendándoselo al poderoso y desalmado “dios del rating”.
Aquellos aventureros del periodismo, que quieren
sobresalir por encima del entrevistado, al que casi no lo dejan hablar o lo
interrumpen a cada rato.
O también aquellos que pretenden ser más importantes
que la noticia misma, absorbiendo cámara o micrófonos y que generalmente, por
caminar tan seguido por la cuerda de lo ridículo, que caen muy pronto en el descrédito.
Los chicos y chicas más avanzados de la carrera de
Ciencias de la
Comunicación , se preguntan, en los pasillos, como es que
nosotros estudiamos como locos. Invertimos tiempo, dinero y neuronas, para al egresar, intentar jerarquizar la profesión.
Sin embargo para pedir una roñosa pasantía en algún medio de comunicación, nos
miran como “monigotes”, o mucho peor que retrasados mentales.
También se preguntan cómo es posible que medios
considerados serios, contraten a reconocidos periodistas, para programas donde
su función es "payasear" o contar chismes estúpidos, o dar a conocer intimidades,
por lo general, vulgares de las “estrellas” de Hollywood, o de nuestro medio
que poco aportan a la cultura y si al morbo.
¿A quién le puede interesar si Lindsay Lohan va presa por borracha o drogadicta?
¿Quién estará tan pendiente de las peleas entre Brad Pitt y Angelina Jolie?
¿Quien se preocupa si Sharon Stone se siente mal y se le ve hasta la cicatriz
del apéndice? A quién le saca el sueño si Paris Hilton no tiene orgasmos o Luis
Miguel erecciones o Ricky Martin paspadas sus hemorroides.
Lo que el dinero o la falta de él pueden hacerle a un
buen periodista es realmente asombroso. ¿Qué tipo de respuesta puede darle un
profesor universitario a su alumno, quien todavía conserva el candor y la mente
sin contaminar y desconoce la podredumbre que tendrá que enfrentar? ¿Le dirá la
verdad o gambeteará la pregunta, como para sacarse semejante carbón encendido
de las manos?
Les dirá con sinceridad que las chicas muy morenas y
demasiado rellenitas no dan el biotipo para la TV. Y
si me equivoco, díganme cuántas de ellas hay, hoy, frente a las cámaras. Que
tendrán que competir con “las modelitos” que apenas saben hablar, pero que a
ellas no se las contrata para eso, si no para lucir sus abundosas anatomías,
tanto de pie como acostadas.
Supongo que no, sería como contarles el fin de la
novela y los profesores no están para eso. Su función es darles solo los
elementos básicos de la profesión. El resto corre por cuenta y riesgo de cada
alumno, que tendrá que descubrir que allá afuera de la facultad, se esconde una
selva mucho más peligrosa que el Amazonas y que los “mboi” más peligrosos usan saco y corbata.
Descubrirá que las entrevistas no pueden ser un
intercambio de flores por más amigote que sea del entrevistado, pero tampoco
ponerle la rodilla en el pecho cuando se vaya por las ramas o conteste “macanadas”,
porque si se enoja, jamás te concederá otro reportaje.
Contra todo lo
aprendido, el periodista no informa solo opina y lo hace al servicio del medio
que lo ha contratado, caso contrario, patitas a la calle. Salvo muy rarísimas
excepciones.
Muchos de ellos, presionados por sus jefes y el
maldito “rating”, el gran devorador de la ética, comunican rumores sin confirmar
las fuentes. Todo esto sin mostrar signos de rubor o vergüenza. Total siempre
queda el recurso de la disculpa o el derecho a réplica. Pero el embarrado,
embarrado queda de por vida. En la facultad, lo forman para que busque la
objetividad, la importancia de comprobar las fuentes y que debe ser siempre
imparcial. Je, je, je.
Y cuando egresa de la facultad con esas ideas bien
aprendidas y sabiendo que es la forma correcta de proceder. Llega a un medio de
comunicación y con viento a favor y en bajada, puede ser que reciban algo más
que un salario mínimo o sea unos 400 dólares. En el contrato se especificará
muy claro 8 horas, pero que jamás bajará de las 12 o 13 horas diarias. Y ni se
les ocurra pedir horas extras, porque se les reirán en su propia cara.
No es necesario decir que no podrán opinar sobre los
temas que se pueden hablar y los que no, ni su enfoque. Para eso hay un
director a quien se le paga no para informar, sino para defender los intereses
del propietario del medio. De hacerse “el rebelde sin causa”, a los tres días
estará en la calle, junto con otros 20 nuevos licenciados esperando quedarse
con su puesto y por 100 dólares menos.
Ahora, el que acuse que el periodismo está en franca
decadencia por culpa de los periodistas,
no sabe lo que dice y tendría que meter su lengua en un vaso con detergente. Ya
que este se encuentra en el medio de un sándwich, entre una rebanada de
políticos corruptos y otra de empresarios que quieren vender periódicos o
programas televisivos/radiales igual que si fuera “chipa”.
Por lo tanto intentar confundir a un periodista con
una especie de santo, en un mundo
totalmente mercantilizado, en donde la espiritualidad y los valores morales son
verdaderas piezas de museo, es una total estupidez e infinita ingenuidad por
parte de quien lo vea así.
Podrán
preguntarse, y con derecho, ¿y dónde queda la credibilidad del periodista en
toda esta historia? Porque si ya no tiene más integridad moral, entonces que
renuncie a su trabajo. Claro, tienen mucha razón, pero sin trabajo no hay
dinero. Y sin este, por más idealista que se pretenda ser, es imposible
alimentarse; ya que el aire no se come y todos los faquires que yo sepa, se han
jubilado hace mucho tiempo atrás.
La corporativisacion de los medios introduce el comercio como parte fundamental de su desarrollo.... por lo tanto apela a los gustos obesos y morbosos para vender sus productos.... nos hemos vuelto consumidores de hamburguesas y papas fritas, nos parecen aburridas las dietas vegetarianas.... todo lo que es facilmente consumible... el señor "rating" lo justifica todo y la espiral de mediocridad se profundiza... Es la razon porque programas como el de Tinelli tienen tanto exito... pero en algun lugar vendra el quiebre para revertir todo eso.... y creo que vendra de la mano de una nueva educacion de nuestros jovenes, para fomentar su sensibilidad ante las artes y la lectura de buenos libros, cuando nos hastiemos de la pornografia y lo chabacano, y comencemos otra vez a buscar lo autentico.....
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