martes, 5 de febrero de 2013

LA SILICONA NO TE HACE MUJER

A pesar de no ser una persona muy religiosa, puedo afirmar sin ningún titubeo y a todos los que quieran escucharme, que sí creo firmemente en Dios. No tanto por las enseñanzas familiares recibidas, si no por mis propias experiencias de vida. Y una de las cosas que tengo bien claro, es que lo que Dios ha hecho, nada ni nadie lo puede cambiar.

Me refiero a cosas tan delicadas y conflictivas como la manipulación genética tanto en plantas como en animales. Recuerdo que aquella famosa oveja “Dolly”, fue quien abrió una puerta hacia una nueva dimensión dentro de la genética, así como lo hizo el descubrimiento del genoma humano. Desde ya que nunca me opondré a la profundización del conocimiento ni al avance de la ciencia. 


Porque sé que de una manera u otra, esto podrá, con el tiempo, salvar muchas vidas, que hoy irremediablemente no tienen ni visos de cura o servirán para impedir que sigan existiendo las enfermedades de origen congénito. Ya que es esto lo que siempre he predicado, por lo que no puedo dejar de ser coherente. 

Sin embargo, debo hacer una pequeña aclaración, y aquí debo nuevamente traer lo que anteriormente hablaba sobre Dios. A pesar que no lo aparente o que se me atribuya por mi forma de pensar, cierta tendencia agnóstica, están totalmente equivocados, ya que soy un hombre temeroso de Dios. Por lo tanto cuido mucho siempre cual será el alcance de mis acciones. O sea que jamás se me ocurriría jugar a ser Dios, por temor a ser duramente castigado. 

Conozco la naturaleza de estos descubrimientos y sus alcances pero también sé que el ser humano no siempre utiliza a la ciencia para el bien de la humanidad. La energía atómica es solo una pequeñísima muestra de lo que quiero decir. Que la manipulación genética pueda usarse para crear a una sub especie humana, y hacerla esclava o bien como repuesto de órganos para trasplantes, es una buena posibilidad. 

Si uno llegaba a decir una cosa como esta, hace 30 años atrás, seguro que era tomado por un loco de atar, como motivo de burla o bien para matarse de risa y hasta podría haber servido de argumento para alguna película de ciencia ficción de cuarta categoría. Pero hoy en día, con la velocidad con que la tecnología avanza, al contrario, son muy pocos los que puedan llegar a reírse de esto. 

Que tiene esto que ver con el título se preguntarán ustedes. Mucho, ya que el desarrollo de la ciencia en varias áreas ha sido asombroso y merece ser destacado, pero eso no quita que haya habido algunos excesos, como los que anteriormente pude destacar. Hay campos donde me reservo mis dudas, especialmente en lo que se refiere a la cirugía estética, donde no siempre prevalece la ética ante un fajo considerable de billetes. 

Ahora ya eliminada ahora toda la maleza, que dificultaba la visión, entramos de lleno en el claro del bosque. Todo sucedió cuando el ya conocido travesti paraguayo “Electra”, siendo entrevistado, en Buenos Aires, se ofendió porque alguien lo llamó “hombre”, a lo que este personaje, totalmente enfurecido, amenazó con demandarlo por injusta discriminación. 

Este “señor”, que se ha llenado de siliconas por todo el cuerpo, debido a las avanzadas técnicas de la cirugía estética; piensa que por lucir con orgullo sus costosos implantes, ya se ha convertido en toda una mujer, hecha y derecha. Y ahora creo que si me van a entender con aquello que lo que Dios hace ningún humano puede cambiar. 

Actualmente solo es un travestido o sea un homosexual que le gusta vestirse, sentirse y comportarse como una mujer. Que desea fervorosamente que todos lo acepten como “una ella”, cuando en realidad, en su entrepierna esconda algo que contradice cualquier cosa que este quiera afirmar. 

Pero aún así, aunque un cirujano le extirpe “su molestia”, y le ponga un caño de plástico, en lugar de vagina, igualmente seguirá siendo un hombre porque nunca poseerá el maravilloso don que tienen las mujeres de engendrar hijos. Esa condición, contra toda su voluntad y por más enojos y pleitos judiciales que hagan, jamás su naturaleza original será cambiada. 

Acá hay varios conceptos que se manejan con demasiada soltura y pueden prestarse a confusión. Primero yo me puedo sentir perro. Ladro como perro, levanto la patita frente a un árbol, vigilo atentamente la casa y hasta puedo comer alimento balanceado. Pero de ahí a que la gente me vea como perro, esa es otra cosa. Si me llaman hombre, tampoco me puedo enojar porque esa es la verdad. Para la jurisprudencia, lo subjetivo no cuenta. 

De aquel percance, ninguno de los testigos actuantes apoyó la postura del travesti, en cuanto a su discriminación, ya que se le permitió el uso y abuso de la imagen y la voz y el trato fue de lo más cordial, hasta donde se pudo observar. 

Distinto hubiera sido que por ser homosexual y travestido, se le hubiera negado cámara o tratado con cierto desprecio, burla o menosprecio por parte del conductor o los otros invitados a dicho programa. 

Pienso modestamente que del mismo modo que los comunistas quieren imponer por la fuerza su sistema de gobierno, los “gays” insisten en ser aceptados con total naturalidad, cuando todos sabemos que esto no es así; ya que para que esto ocurra, nuestra sociedad va a tener que adquirir una mente más abierta y para eso se necesita mucho, mucho tiempo. Su desmesurada impaciencia no les permite a la sociedad que vaya absorbiendo lentamente este tipo de cambio. 

De estar prácticamente segregados, viviendo lejos de los ojos de la gente común. A salir de golpe a la luz, caminando de la manito por la calle e inclusive, dándose “piquitos” ante sorprendidos peatones. 

Presionar a las autoridades para legislar sobre su casamiento, y no conforme con esto, manipular a la opinión pública para que se les permita adoptar criaturas. 

Pero el colmo de los colmos es que hasta pretenden tener sus propios baños públicos ya que las mujeres no los consideran como sus iguales y los hombres hasta llegan a pegarles. 

La susceptibilidad de esta minoría se ha agudizado hasta límites incalculables, siempre invocando a sus derechos humanos. 

¿Y los nuestros no cuentan para nada o los de ellos pesan más? O solo es una cuestión de hormonas y siliconas.

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