martes, 12 de febrero de 2013

NUEVAS FRASES POPULARES


Desde hace varios años, que tengo el placer y el honor de conocer a uno de los mejores periodistas de Alto Paraná. Fue, como todos los grandes descubrimientos de la humanidad, solo por simple casualidad. Y lo que comenzó como una ineludible relación laboral, terminó siendo una de las personas que más ha influido en mis dictámenes y opiniones, durante ese mismo tiempo.

Fueron muchas las particularidades que dejó entrever su personal forma de ser y que, con el tiempo aprendí a valorizar. Primero fue su bajo perfil, a diferencia de otros profesionales, que con muchos menos pergaminos, caminan más inflados que arroz blanco. Jamás lo he visto colocar el famoso cartel de “prensa” que tanto “arriero pliki” de la profesión gusta colocar, como si ello fuera un escudo protector contra los excesos y abusos de unos cuantos. 



Jamás me presionó para que fuera periodista; mientras muchos de ellos se empecinaban para que si lo fuera, al tiempo que yo proclamaba a los cuatro vientos que solo era un escritor. Su forma sencilla de conducirse y de ser saludado en la calle, era con un respeto que pocas veces he visto. Existen dos cosas fundamentales que hicieron cambiar radicalmente mi forma de encarar a la vida. 

Y ni siquiera deseo nombrar su apoyo incondicional y de su núcleo familiar, ante uno de los momentos económicos y de salud más negros de toda mi existencia. Porque eso es demasiado personal y no es necesario que nadie se entere. Pero lo que en realidad ha influido mucho, en mi manera de escribir, fue su especial forma de ver las cosas y describirlas. Tanto situaciones puntuales como trayectorias, las detalla tan sencillamente, que hay que ser un descerebrado para no entender lo que esta narrando. 

Y lo segundo fue cuando pasé del simple anonimato a ser mínimamente conocido, y comencé a recibir algunas críticas demasiado crueles y ofensivas. Entonces mi amigo, tras contarle mis amargas nuevas, me contesta muy seriamente y con los ojos fijos en mí: 

-- Mirá Ricardo, si no te gustan las críticas y te vas a “pichar” por todo lo que te digan, mejor dejá de publicar lo tuyo y dedicate a cualquier otra cosa. 

Sus palabras totalmente desinteresadas, pero con una gran dosis de una cruda verdad, sacudieron a mi cerebro, con tal fuerza que los terremotos de Chile y Japón fueron un poroto en comparación.

Desde ese mismo momento, jamás volví a enojarme y a pesar que tengo el recurso de “reportar el abuso”, jamás lo hice, debido a que el otro también tiene su derecho a disentir de todo lo que yo pueda pensar. Solo dos cosas todavía no alcanzo a digerir: El anonimato y el insulto gratuito. 

Pero como dice mi amigo; si no aguanto las criticas, es mejor que me refugie debajo de la cama. A raíz de esto y para conmemorar este hito, dentro de mi cortísima carrera, creé una frase que en innumerables veces pretendí popularizar e intenta resumir toda esa molesta situación, en muy pocas palabras: “Si no te gusta el fuego, entonces no juegues con fósforos”. 

Pero él tiene dos frases de su propia cosecha, que son tan impactantes como los dichos de Inodoro Pereira, la creación cumbre del inolvidable Roberto Fontanarrosa. Y ni que decir de una originalidad que raya entre el humor popular paraguayo y el sarcasmo inglés. Esta primera frase dice: “El paraguayo se ha especializado en opinar sobre lo que no sabe”.

Sabias palabras, comprobadas hasta el hartazgo, en miles de ocasiones, especialmente escuchando a aquellos “ñembo” comunicadores sociales, que sin ningún tipo de preparación, se arrojan a una pileta vacía, diciendo lo que les venga en ganas y sin ningún tipo de respaldo a lo que manifiestan.

Ídem para muchos “politiqueros”, aventureros del sindicalismo, y demás elementos de una rica fauna criolla que, por desgracia, no están en vías de extinción. 

La segunda es mucho más tragicómica, que la primera, al menos para mí, porque la frase en sí, encierra y resume una verdad realmente irrefutable: “Nadie va a un prostíbulo para rezar”. Esto significaría que nadie es engañado totalmente, o es completamente inocente. Como en el caso de las paraguayas que van a España o Argentina para trabajar. 

Por más inocente o estúpida que fuera una chica, y ni aunque viniera del fondo del Chaco; es casi irracional creer que una persona totalmente desconocida, se le ocurra “invertir” unos 1.000 dólares en una jovencita humilde, sin querer tener algún tipo de retorno.

Al menos eso es lo que dicen muchos encabezados de los grandes medios de comunicación. Sin embargo nadie dice que existe casi un 60% de regreso a los mismos lugares de “cautiverio”, luego de ser rescatadas y regresadas a nuestro país. 

Si seguimos por el mismo razonamiento deductivo y por analogía, también tendríamos algo parecido con nuestros gobernantes y legisladores de turno. Es demasiado estúpido hablar que nos engañaron, nos mintieron, nos defraudaron, y demás excusas folklóricas. Si sabemos de memoria que si llegan a cumplir con solo el cinco por ciento de lo que alguna vez prometieron, ya podemos darnos por muy satisfechos. Ellos nunca nos engañaron, nosotros simplemente aceptamos que nos dejen engañar. 

Algo similar ocurriría con aquellas niñas embarazadas que dicen que su “chicoi” las engañó, al seducirlas y abandonarlas. Hoy día las nenas de once y doce años ya les dan cátedra a las mujeres de más de cuarenta y tantos. Con la información que circula por todos lados, es imposible que no sepan ni siquiera lo básico. Nunca nadie se lo va a creer, solo los padres y abuelos tendrán que resignarse a creerlo, porque no les queda más remedio. 

Mi amigo tiene acumuladas muchas frases de este tipo y a medida que las vaya emitiendo; espero, ir popularizándolas, a través de todos los medios en los cuales me muevo. Mientras tanto seguiré aprendiendo de él, todo lo que pueda. El famoso dicho popular que dice que: “perro viejo no aprende trucos nuevos”, gracias a mi amigo, he comprobado que no es totalmente cierto.

Porque si me hubieran dicho que a mi edad, aprendería nuevos programas de computación y a configurar un blog y alzar material al mismo, no lo creería ni aunque me lo recontra jurarán. Pero si lo hice gracias a mi amigo, quien seguirá en el anonimato, por simple respeto y eterno agradecimiento.

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