Desde hacía varios meses atrás que estábamos ya viviendo en un clima exageradamente enrarecido. Demasiadas tensiones provocadas por la inacción en muchos temas puntuales, creaban una irritación que de a poco iban deteriorando el buen humor, a la mayoría de la población. Sin embargo, todo comenzaría ante sus dos primeros hitos. Los famosos primeros cien días de gobierno y durante el primer año de la gestión.
Y en ambos, se pudo
observar que no existía ningún plan a seguir, ninguna hoja de ruta que le
indicara el camino a tomar. Lo que si se pudo apreciar, en aquel momento, es
que su forma de implementar, sus pretendidos cambios, ante importantes
urgencias eran lo tibio de sus decisiones y lo errático y contradictorio de sus
declaraciones para con la prensa. Aquella primera medida tomada al suspender al
Rally del Chaco en el 2008 para luego dar marcha atrás en el asunto.
Prometió muchos
cambios, de los cuales solo produjo algunos tristes parches, pero nunca acertó
con ninguna solución de fondo. En ningún momento tomó las riendas del país ni
atacó de llenos los múltiples males que acosan a nuestro país. Solo se limitó a
permanecer en el cargo, dilatando siempre las respuestas y eludiendo en todo
momento su responsabilidad directa en sus errores y la de sus mediocres
subordinados.
Como todos los que
despotrican contra el poder, estando en el llano, pero cuando acceden a este,
terminan al final, deslumbrados con su brillo. Se rodeo de una corte de
aduladores, chismosos y “cepilleros” que le hicieron perder de vista el
verdadero panorama. Los mismos que se reían de sus malos chistes, que ocultaban
el paradero de todos sus hijos no reconocidos, y que le insinuaban que fuera a
dar una vuelta por el mundo, mientras la cosa se enfriaba.
Según algunos
aficionados a las matemáticas, nuestro señor ex presidente, en estos cuatro
años, tendría casi la mitad de su gestión fuera del país y con una cantidad de kilómetros
recorridos que superarían seis veces la vuelta al mundo. La ausencia del
presidente en el país, en los momentos más críticos, siempre fue un motivo de
irritación. Tanto como su silencio ante situaciones que debían ser aclaradas.
Nunca transmitió paz
y seguridad al pueblo. Al contrario, sus mensajes tenían el mismo tenor que
cuando predicaba en San Pedro. Él nunca reemplazó su piel de sacerdote por la
de presidente de la
Nación. Siempre eludió sus responsabilidades y eso se
evidencio cuando en los momentos difíciles, le endosaba los problemas a su
vicepresidente.
Su gestión fue una interminable sucesión de errores, rodeándose
no siempre de la gente idónea o bien con sobradas sospechas que entre sus
amistades o conocidos, existían guerrilleros.
Su conexión con el
EPP fue desmentida siempre, pero sin mucha convicción. La dilatación en la
solución del problema campesino fue realmente su perdición. Las reiteradas
invasiones a propiedades privadas fue la piedra del escándalo. Hasta las
fuerzas del orden, muchas veces eran contenidas con el fin de no dar
cumplimiento a desalojo.
Curuguaty fue una
verdadera masacre, que muy bien se pudo haber impedido, sin embargo nada se
hizo para evitarlo. Diecisiete paraguayos murieron por nada. Pero la gota que derramó el vaso fue el
insípido y ridículo mensaje presidencial, pronunciado cuatro días después del
aquel desgraciado y luctuoso suceso y que provocó la ira de todos los sectores
casi sin excepción.
Estos han sido los
antecedentes inmediatos que provocaron convocar a un juicio político. Ahora
tiempo después de transcurrido aquel hecho histórico, ya sin tanto
apasionamiento y con la temperatura corporal adecuada, se puede decir que mucha
gente se ha olvidado de todas las señales percibidas en aquella época y desoídas
por los funcionarios.
Techos de escuelas
caídos en varios puntos del territorio nacional, por falta de mantenimiento así
como desaparición de la merienda escolar en lugares alejados de Asunción. Total
falta de suministros en todos los hospitales nacionales, llegando a morir mucha
gente en los pasillos por este mismo motivo y por la deserción del personal
médico ante los bajos salarios, no siempre cobrados en el momento pactado.
El aumento del
problema indígena, al huir masivamente del hambre y la miseria de su lugar de
origen, y por consiguiente transfiriendo un problema netamente nacional a las
distintas municipalidades y gobernaciones. Ese desentendimiento provocó que los
indígenas se volcaran masivamente a la mendicidad, la prostitución de sus mujeres,
la adicción a las drogas de infantes y criaturas o bien al asalto desvergonzado
a punta de arma blanca.
El crecimiento
desmedido de la inseguridad pública puso en jaque a toda la población del país,
uniéndose con el alto nivel de corrupción en las filas policiales, no sabiendo
a veces quien te asaltaba y quien te defendía. Las invasiones a la propiedad
privada por parte de grupos autodenominados “carperos” “sin techos”, “sin
tierras” o simplemente “sin vergüenzas”.
Las principales
promesas hechas durante la campaña proselitista allá por el 2008, no fueron
jamás cumplidas. Y esto generó, al poco tiempo, la primera ola de frustración
entre los que soñaban tener una mejor calidad de vida. Los niños y los
indígenas siguieron estando desamparados, los campesinos que tanto necesitaban
tierras propias, se quedaron con las manos vacías, hablando de los verdaderos
trabajadores de la tierra.
El nivel de
corrupción, tan criticado por los referentes del socialismo paraguayo, en las
gestiones anteriores, no solo no disminuyó sino que se incrementó en todos los
estamentos del gobierno, tanto como los deleznables hechos de nepotismo que se
volvieron a reiterar en infinitas
oportunidades. La gestión de muchos altos funcionarios no ostentó toda la
transparencia que la situación merecía.
Según la fórmula
tradicional de un golpe de Estado estos no se dieron antes, durante ni después
del traspaso del mando. Las tropas no salieron a la calle, no hubo
desabastecimiento de víveres ni cierre de comercios ante posibles asaltos. No
se interrumpió la programación normal de ninguna radio ni canal de televisión
tanto oficial como privado. Tampoco hubo censura en momento alguno. Solo la paz
reino en el país.
No existió cierre de
fronteras ni la gente salió masivamente a las calles a pedir por la vuelta de
Lugo. Salvo un muy pequeño grupo no representativo de la sociedad pero con
intereses mezquinos. No existió feriado cambiario ni fuga de capitales. No se
prohibió a los partidos políticos ni postergaron indefinidamente las elecciones.
Solo hubo una sucesión en la “chapa”. Durante toda su pálida gestión solo
sembró vientos y era lógico que al final cosechara nada más que
tempestades.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario