El “secuestro” de Madeleine McCann, se ha constituido en uno de los más apasionantes de los últimos 30 años. Parece que hubiera sido escrito por Agatha Christie o Sir Arthur Conan Doyle, el creador de Sherlock Holmes. Nadie vio nada, no hay pistas, pero parecería que después de 5 meses, se va cerrando el cerco en torno de los mismos padres, que durante toda la investigación tuvieron muchas contradicciones y omisiones.
Todo comenzó el 3 de mayo de este año, cuando Madeleine McCann, una niña de tan solo 4 años de edad, desapareció misteriosamente por la noche cuando dormía en la habitación un hotel del complejo turístico Ocean Club, de Praia da Luz, en el Algarve portugués, junto a sus dos hermanos gemelos de dos años, mientras sus padres Kate y Gerry McCann, cenaban en un restaurante cercano.
Apenas hecha la denuncia del secuestro, tomó intervención el responsable de la Policía Judicial portuguesa, Olegario Sousa, quien a instancias de las presiones de la cancillería lusitana, puso en el caso a los mejores agentes disponibles. Sin embargo no existían sospechosos, ni muchas huellas, ni pistas a seguir. Nadie había visto o notado nada anormal ni extraño, tanto en el hotel como en las cercanías.