miércoles, 7 de septiembre de 2011

La ruta de la vergüenza

En los últimos tiempos, varias declaraciones de distintos organismos de gobiernos internacionales han detonado sobre nuestras cabezas y estamos siendo acusados de que nuestro país  es ya casi una ruta obligada del tráfico internacional, teniendo como uno de sus principales puntos de salida la capital del Alto Paraná, Ciudad del Este.

Hasta hace poco tiempo el Paraguay era señalado y, no injustamente, de promover el contrabando y la piratería, que son dos delitos importantes, pero que dentro de la gama de las transgresiones son  más leves, inclusive la sociedad no lo condena totalmente, y en muchos casos, hasta es condescendiente con ellos y convive pacíficamente con los que la practican. La excusa fácil para justificar estos delitos es la falta de trabajo.

Pero figurar en las listas negras de todos los países vecinos y aún de Europa y EEUU, no es un hecho que nos llene de orgullo y satisfacción. Todo paraguayo bien nacido debería sentirse herido en lo más intimo de su ser y apuntarle con el dedo acusador a los culpables de estos reprochables crímenes, que ya entran en la galería de lesa humanidad, porque el contrabando de armas, drogas y recientemente de bebés, están tipificados internacionalmente en la misma categoría que el genocidio.

Si existe una ruta, hay que destruirla y lavar el buen nombre y honor de esta nación. ¿Quiénes son los encargados de esto?,  teóricamente el Poder Ejecutivo, quien debería ordenar a los Ministerios del Interior y  de Defensa Nacional, que destruyan inmediatamente las casi  1.500 pistas clandestinas, diseminadas por toda la geografía de la república, de acuerdo a datos recogidos por la Dinac. Asimismo aquellos funcionarios inescrupulosos, como los de la Dinar y de otros organismos competentes, tienen que ser castigados con la ley.

Si Norteamérica da dinero al gobierno nacional para controlar todas las etapas de la producción y distribución de la droga y nuestro gobierno dice que es insuficiente. ¿Eso quiere decir que la erradicación del tráfico en nuestro país está supeditada a la ayuda externa? Si constantemente entran y salen alegremente avionetas con matrícula argentina, boliviana y brasileña, por citar algunos. ¿Cuál es el motivo para que no se lo impidan? ¿Falta de dinero? Hablar y llenarse la boca con la palabra “soberanía” es muy fácil, pero cuando llega el momento de hacerla valer, ahí es donde todos los encargados de resguardarla se desentienden del tema.

Existe una importación legal de armas, especialmente las de alta tecnología, cuya transacción se trata de gobierno a gobierno. Pero también hay, y en gran escala, un mercado negro, donde armamentos de grueso calibre ingresan constantemente a nuestro territorio, para ser transferidos a países vecinos, lo cual opera gracias a la impunidad que recibe desde cierta esfera del poder. Lo mismo pasa con las drogas. ¿Por qué hasta ahora no se pudo exterminar esta abominable práctica?

Por la misma razón. Dinero genera poder y el poder garantiza más poder y tanto poder corrompe hasta las mismas entrañas de la sociedad. Si eso es cierto, por desgracia, entonces nosotros también estamos viviendo en una sociedad enferma, que no se da cuenta que lo está.

Y ahora para completar el frondoso currículum se incorpora en la desdeñable ruta del tráfico, la comercialización de bebés, donde los responsables de estos ilícitos siguen operando tranquilamente bajo el manto de la impunidad.

Por eso más que nunca se debe poner en práctica, aquella famosa expresión, “voluntad política”. El día en que nuestras autoridades destierren sus nefastas prácticas para escalar en el poder y hagan en serio las cosas, de seguro tendremos un Paraguay bien diferente.

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