Con mucho dolor en el corazón de millones de compatriotas, asombrados e indignados con el reciente fallo de la Corte Suprema , se puede decir, sin lugar a equivocación, que la justicia en nuestro país se encuentra de duelo. Todo lo sucedido en el caso Oviedo es una clara manipulación maquiavélica, que se ha ejercido contra uno de los poderes del Estado, que simula ser independiente.
Las pruebas presentadas, en los distintos procesos que venia soportando el ex general, han sido claras, concretas y contundentes, prácticamente eran irrebatibles. Sin embargo el acusado, pese a todo, hoy ya goza de su ansiada libertad condicional.
Eso implica que también podría pedir más adelante, su reincorporación al ejército y cobrar todos sus sueldos caídos, más los intereses y alguna que otra indemnización, eso si seguimos con un razonamiento aplicando la suposiciones absurdamente lógicas, viendo y considerando las nuevas condiciones en que se presenta el caso. Eso siempre en el terreno de las deducciones fantásticas que podría pretender el líder de Punace.
Y siguiendo la impunidad judicial, podríamos bien deducir que Oviedo nunca fue el impulsor del levantamiento del ejército contra el entonces presidente de la República , Juan Carlos Wasmosy, y que tampoco insultó al embajador norteamericano cuando el diplomático fue a entrevistarse con él, en el Regimiento de Caballería, en donde se encontraba atrincherado. Que nada tuvo que ver con los 8 muertos de la plaza (conocido como el marzo paraguayo), que los que mataron al doctor Luís María Argaña no eran sus sicarios, que los 3 helicópteros en desuso, comprados en 6 millones de dólares, no llevaban su auténtica firma.
Que aquellos cientos de tambores con desechos tóxicos, traídos desde Alemania y depositados en el puerto de Asunción no tenían su autorización, que las acusaciones sobre el manejo del narcotráfico como un nuevo Don Corleone sudamericano no son ciertas, así como nada tiene que ver con el contrabando de armas hacia los carteles de Medellín y el Comando Vermelho de Río de Janeiro.
Que la Justicia Militar , tan estricta en sus códigos, le haya sumado el tiempo encarcelado en el vecino país y de una manera u otra lo haya premiado, olvidándose de su apresurada fuga de Paraguay, para luego pasearse por Argentina y Brasil, en vez de agregarle años a su condena, que es lo lógico, hizo lo contrario, sumando a favor del ex golpista. Tampoco se le puede atribuir al famoso buen comportamiento, ya que, ¿quien la pasaría mal en una celda 5 estrellas?
Que llamativo resulta que en un período de 2 semanas todos los procesos en andamiaje, se fueran cayendo uno a uno, hasta quedar en libertad condicional. Con esto no podría candidatarse a ningún cargo electivo, pero si ya está en libertad, que imposibilitaría que finalmente la justicia reviera su caso y lo declarara inocente de culpa y cargo. Al final de cuentas que impediría que la Justicia Electoral alargara los plazos de inscripción, siguiendo el mismo tren de razonamientos.
Algo parecido ha sucedido con Víctor Daniel y Juan Pío Paiva, quienes pese a los cientos de testimonios y testigos que tenían en su contra, sumada a toda la ciudadanía nacional e internacional, también ahora están libres.
Con todo esto que acaba de registrarse en la justicia paraguaya, la impunidad, el abuso, la arbitrariedad, el libertinaje, etc, etc, están de parabienes y si recientemente algunos congresistas adulones plantearon la ley amnistía, desde acá le avisamos que ya no es necesario preocuparse en quemar la materia gris, porque en este “país de maravillas” sin esa ley, igual se les blanquean a los criminales, evasores, ladrones y traficantes. ¡Viva la pepa!.Viva la impunidad!. ¡Y viva la corrupción!
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