Desde hace un buen tiempo que vengo escuchando hablar sobre "El socialismo del siglo XXI". Quizás por falta de tiempo o simple “kaigue”, no me había puesto al día con este tema, pero gracias a un amigo, pude “achicar mis orejas” y enterarme en qué consistía esta postura tan revolucionaria y novedosa como dicen por ahí.
Por lo que tengo entendido, la base ideológica de los nuevos gobiernos socialistas implantados en Sudamérica, se basan en las teorías de tres renombrados filósofos como son Alexander Buzgalin, Heinz Dieterich Steffan y Noam Chomsky.
Que por lo leído hasta el momento, de ellos, no encuentro nada nuevo, original o algo que me indique que hayan hecho un “mea culpa” luego del violento desplome del Muro de Berlín, hace ya 20 años atrás.
El primer libro que estuve curioseando, en una mala traducción al castellano, fue “El Futuro del Socialismo” de Alexander Buzgalin. En uno de sus párrafos, dice textualmente: “El continuado bloqueo de E.U. y, principalmente, la traición por parte de los poderes rusos (y escribo esto con amargura y dolor), han incidido en extremo negativamente sobre la economía, la calidad de vida en Cuba, y en sus posibilidades de avanzar por el camino del socialismo”.
Me causa gracia que le echen toda la culpa del fracaso cubano a los yanquis, como si estos fueran “el diablo” y los rusos, peores aún, por su gran “traición” a la causa comunista. Es tan infantil, como los curas católicos o los pastores protestantes, culpan a una figura abstracta por nuestros errores no asumidos.
Los rusos nunca traicionaron a Cuba, solo dejaron de subvencionar su aventura socialista. Desde 1959 hasta la fecha nunca tuvieron superávit ni caminaron solos sin el bastón ruso. Y eso es mucho tiempo.
En otro párrafo dice: “Se organizaban noches de poesía en los grandes estadios. Hubo logros en cine, música, ballet, y reconocidos mundialmente. En la URSS se obligaba a acudir a recitales de música clásica”. Aquí puse en negritas dos palabras claves y que forma parte del fracaso de este sistema. Nadie puede obligar a nadie ni a nada y menos a aceptar un modelo que es impuesto a presión y no por voluntad propia.
Luego aparece, una tibia mención hacia sus errores: “Lo malo era que el líder hablaba durante horas y lo dejaron de escuchar. En la vida real, a veces, la gente no encontraba alimentos pero la atención a la cultura era muy grande.
Problemas: control ideológico trataba de imponer la dirección del PCUS. Películas muy buenas junto a propaganda muy tonta. Estaba prohibida la crítica al líder. Al final la gente buscaba literatura disidente. El error más grave fue la limitación ideológica de los escritores y creadores”.
Otro de los referentes de la nueva ola de la izquierda sudamericana es Heinz Dieterich Steffan, quien en su libro “Socialismo del Siglo XXI” analiza lo perdido que se encontraba el comunismo, luego de la caída de la URSS y da su alternativa a la falta de un proyecto económico, político y social, que no tenían los altermundistas o antiglobalizadores, nacido en los 90.
En esta obra explica la base teórica y práctica aplicada en el proceso revolucionario de Venezuela y, en menor medida, en Bolivia y Ecuador. Dieterich es asesor gubernamental del gobierno bolivariano de Venezuela. Ahora, con semejante antecedente, saquen sus propias conclusiones.
“La Aldea Global ”, escrita junto a Noam Chomsky, es una crítica a la feroz lucha por el control económico y político omitiendo los derechos ser humano. Sin un proyecto similar al Manifiesto Comunista o el Bill of Rights, la construcción de la sociedad global queda en manos de los banqueros y políticos transnacionales quienes, determinan, de manera autocrática y lejos del control democrático, la construcción del futuro de la humanidad.
Me divierto cuando un comunista habla de derechos humanos y de democracia. Parece que su memoria falla. Que yo sepa en todos los regímenes comunistas hubo cárceles atestadas de presos disidentes. La obra “El archipiélago Gulag” no fue una obra de ciencia ficción.
El cubano que murió hace poco, en una cárcel, no fue por robar gallinas. Nunca los soviéticos y cubanos, se preocuparon por los derechos humanos y en cuanto a democracia es como que un chancho hable de higiene.
El tercer ideólogo y el más influyente de todos, es Noam Chomsky, quien se caracteriza por su áspera crítica a la izquierda sobreviviente del 90, y fija su postura más radical. Es con su libro “11 de septiembre” que ha ganado a un gran número de simpatizantes de la izquierda europea y latinoamericana. Todo esto es solo literatura, ya que ninguno de los tres explica claramente el verdadero fracaso del comunismo y pareciera que no les interesa hacerlo o lo toman como una mera transformación tipo crisálida.
Ninguno de los tres comenta nada sobre la cúpula “oligarca” socialista soviética, donde comían caviar y champagne francés y viajaban en lujosos vehículos capitalistas, mientras el resto de los soviéticos comía solo papa y remolacha y se transportaba en caballo o trineo por la tundra.
En Cuba es lo mismo, solo que está más disimulado. Que yo sepa, nadie jamás se escapó del paraíso. Los que vivían detrás de la Cortina de Hierro, lo hacían a cada rato. Los chinos comunistas huían a nado hacia Hong Kong o Taiwán, esquivando como podían a los guardacostas marinos.
Y de Cuba ni hablar. Tengo varios conocidos cubanos que tuvieron que arriesgar su propia vida para escapar. No escuche decir nada sobre la libertad de prensa ni de Cuba, ni en la URSS , ni de los medios de comunicación venezolanos. Pero en fin, todos tienen derecho a pensar diferente, incluso los socialistas, que aprovechan que en estos “malditos países capitalistas” pueden decir cosas que en “los paraísos” que ellos predican, no se puede hacer.
Las nuevas propuestas no aparecen y los proyectos anticapitalistas solo son ataques a EEUU, como si este fuera el monopolizador de todos los males del mundo. Por favor, no quiero escuchar más tonterías sobre el “Socialismo del siglo XXI” porque me van a terminar de matar… pero de risa.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario