Con el cierre de RCTV (medio venezolano) se produce uno de los hechos atentatorios de la libertad de prensa más graves que han ocurrido en esta parte de América, desde el cierre de ABC, durante la tiranía estronista.
El presidente de la República Bolivariana de Venezuela Hugo Chávez, con un excelente marketing, decenas de viajes a los países del Mercosur y de extrazona, con innumerables promesas de construcciones faraónicas e integraciones mágicas a pesar de las importantes asimetrías que sufren nuestros países, logró cautivar a la gente joven de nuestro continente deseosa de grandes y rápidos cambios.
De sus inspirados discursos brotaban encendidas palabras que pretendían renacer de las cenizas como el Ave Fénix las anticuadas ideas socialistas muy propias de otras épocas, pero que ahora hablaban de una nueva forma de combatir el imperialismo y otras expresiones cargadas seguramente de buenos deseos y mejores intenciones, es por eso que rápidamente ganó la popularidad continental.
Sin embargo todo lo que hacía o decía sonaba tan exagerado que traía a la memoria, por momentos, a ese antiguo refrán que reza “cuando la limosna es grande hasta el santo desconfía”. Un presidente Chávez mediático que buscaba alianzas en su lucha contra EE.UU, mientras intentaba esconder o minimizar las cientos de manifestaciones que su política interna provocaba.
Hasta que por fin se le cayó la máscara y mostró realmente sus verdaderas intenciones. El cierre de RCTV es la culminación de una abierta campaña para acallar a sus oponentes. Jamás debe censurarse la prensa a menos que sea ofensiva y denigrante para quien ocupa un cargo público.
Si así ocurriere, existe la justicia para dirimir ante un tribunal un pleito o cualquier otro que pueda surgir. Caducar la licencia de un canal con 53 años de antigüedad es como matar al cartero que trae malas noticias. Y si este cumple todos los requisitos exigidos en el pliego de base y condiciones, no existe motivo alguno para coartar sus derechos y garantías constitucionales de trabajar e informar al público con objetividad.
Es sano para la democracia que siempre haya oposición, porque constituye el gran contralor sobre la gestión de cualquier gobierno. La prensa responsable es la que informa, esclarece, entretiene y educa al pueblo. Sin esta, se produce un vacío difícil de llenar y un contrapeso que conduce directamente hacia un régimen autoritario y tiránico.
Sin embargo Chávez pretende aparecer como el nuevo Mesías latinoamericano, una versión renovada de los antiguos tiranos bananeros de la década del 50, del siglo pasado. A esta penosa historia se suma el comunicado tibio y extremadamente ambiguo del Sindicato de Periodistas del Paraguay (SPP), en pocas palabras no desaprueba la decisión de Chávez.
El hecho produjo un repudio generalizado de los trabajadores paraguayos de prensa, al tiempo de colocar en crisis al mismo seno gremial, al presentar la renuncia varios colegas. Llama también la atención que los países socios del Mercosur, que en una de las cláusulas del Tratado de Asunción, comenta que ningún integrante del bloque, puede permitir que sus gobernantes no tengan vocaciones democráticas. Sin embargo, sobre este hecho no hubo un pronunciamiento firme al respecto.
Tampoco se ha escuchado algún comentario de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), organismo que reúne internacionalmente a todos los trabajadores de prensa.
Un dato que puede esclarecer los lectores. El sindicato tampoco se ha pronunciado por el cierre de 3 canales de televisión y 2 radios FM, en Ecuador, a pesar de tener tendencias muy opuestas al militar bolivariano.
Es necesario revisar de manera urgente, las prioridades tanto a nivel nacional como sudamericano.
Es preferible comer un mendrugo de pan en democracia, que un manjar en dictadura.
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