Todos los habitantes de Ciudad del Este y urbes vecinas conocen muy bien que el tránsito caótico de esta metrópolis, ya forma parte de una de sus típicas características y esa triste fama ha transpuesto las fronteras de nuestro país. Sabiendo muy bien esto, la municipalidad local ha decidido hacer algunas refacciones en varios puntos neurálgicos del microcentro, las cuales estaban haciendo bastante falta.
Eso está muy bien y los automovilistas les estarían sumamente agradecidos al intendente Zacarías Irún si la operación se hiciera en tiempo y forma. Sin embargo, como todo lo que se hace con improvisación o total falta de profesionalidad, en esta oportunidad no es una excepción a la regla.
Dicen que el camino del infierno está sembrado de buenas intenciones. Por eso el propósito de reparar las calles, aunque tenga ciertos fines electoralistas, es válida, pero no como se está encarando en este momento, porque tiene un tufo político, que se huele a los lejos.
Si ya el caos era notorio, generar aún más trastornos sólo conlleva a un desconcierto sin límites, especialmente, en las horas pico, donde los conductores necesitan que el tránsito sea más fluido y rápido.
Los automovilistas de ninguna manera desean toparse con un gran embotellamiento, producto de cierres parciales de calles y avenidas, principalmente en las importantes arterias y cruces de la ciudad, como ser en la denominada Rotonda “Oasis” y kilómetro 4, dos de los sitios de más movimiento de la ciudad.
Y no se puede impedir ese incesante fluir vehicular, porque una de las tantas cosas que se tendrían que haber hecho durante el actual mandato municipal, era crear un doble flujo de entrada y salida de la ciudad, además del maquillaje del centro, y posibilitar un rápido tránsito, precisamente en las llamadas horas picos. Pero para esto tendría que haberse hecho asesorar por expertos en temas urbanísticos, que se dedican a este importantísimo servicio.
Antes de hacer esos cortes abruptos de calzadas, se debería efectuar una programación previa, con todo el personal preparado para hacer las reparaciones, y en lo posible, en tres turnos rotativos de ocho horas cada uno, trabajando preferentemente después de las 22 horas, ya que a partir de ese horario el centro se encuentra totalmente tranquilo y desértico.
Pero en la coyuntura actual, donde la preocupación del lord mayor paranaense es mostrar trabajo que le dé réditos políticos, se dejaron todos estos puntos rezagados y en un segundo plano.
Otro aspecto urticante y llamativo es que la Policía de Tránsito, en vez de ordenar y optimizar el tráfico caótico, su presencia en sí genera una confusión mayor y los terribles embotellamientos se multiplican.
Zacarías Irún está al frente de una administración compleja, como es la municipalidad de Ciudad del Este, manejando un recurso multimillonario. Esto le permitiría, si es que tiene voluntad política, de realizar una transformación urbanística acorde a lo que exige una metrópolis de 350 mil habitantes.
No obstante, el intendente esteño en estos momentos tiene en la mira el proyecto vicepresidencialista, por lo que en vano se puede esperar que priorice el bienestar de los que habitan esta comunidad fronteriza.
Tampoco se puede pensar en que harán bien los deberes los que vendrán en su reemplazo, partiendo de la premisa que su próximo sucesor saldrá de uno de los actuales concejales municipales de su partido político, todos infelizmente acomodados en base a prebendas.
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