Los insultos y las ofensas entre los políticos colorados han llegado a su pico más alto, desde que se desató la campaña proselitista con miras a las internas a realizarse el próximo 16 de diciembre, donde será ungida la dupla presidencialista que representará a la ANR para las generales del 2008.
A pesar de que los agravios entre correligionarios (llámese colorados, liberales, oviedistas o patriaqueridistas) no es patrimonio exclusivo de un sólo sector, en los últimos tiempos se convirtió en un hecho folklórico en la política paraguaya, especialmente en épocas electorales; no obstante, los exabruptos que a diario se escuchan por la radio, televisión y se lee por los periódicos, no aportan nada beneficioso a favor de la imagen de un país, que necesita transmitir credibilidad a nivel interno, y fundamentalmente en el extranjero, para captar inversiones, ya que la “fotografía” que se transmite afuera de la república es paupérrima.
Pareciera que nuestros políticos carecen de ideas, y se pasan enfrascándose en discusiones bizantinas, ofendiéndose a otro, llevando a sacarse los trapos sucios al sol. Pero los mismos no se dan cuenta que eso es ruindad y que a la ciudadanía poco o nada le interesa y en especial a ese sector más olvidado de la sociedad, a ese que le falta un pan en la mesa para dar de comer a su familia o una ropa para vestir a sus hijos. La pregunta que uno se hace de repente es, ¿será que este es el único recurso que tiene los candidatos para ofrecer al electorado?
Las autoridades y políticos lo que deben transmitir en sus discursos son propuestas de solución al pueblo; por ejemplo, de qué manera se podrá crear fuentes de trabajo estables, cómo mejorar el sistema de seguridad para la ciudadanía, proveer más recursos al sector salud y educación.
En esta última área, el Congreso tiene que desembolsar más fondos a las universidades nacionales, para que de esa manera la enseñanza accesible en dicho sector no sea sólo de fachada, sino algo real. Eso lógicamente brindará más oportunidades a los jóvenes que desean seguir sus estudios terciarios.
El actual escenario político que ofrece el país, permite hasta pensar que los principales actores de la trama son todos sádicos, porque sin emitir palabras ofensivas parecieran que no están extasiados. Y como ese estilo de hacer política viene de años atrás, está muy arraigado en la idiosincrasia del pueblo paraguayo y hasta los insultos más groseros pasan desapercibidos entre la gente común y las mismas autoridades.
La persona que debía ser el ejemplo, en donde debe mirar la ciudadanía, el presidente de la República , fue la que comenzó con los vocabularios fuertes en esta campaña proselitista; y como esto es tan folclórico, lo siguieron los demás integrantes de la orquesta. Hasta la iglesia terminó involucrándose en la cuestión y ahora, aunque diga lo contrario, es parte de esta triste comedia.
Sin embargo, pareciera que el único beneficiado de esta historia es Nicanor, porque supo manejar bien el escenario, ya que algunas expresiones del jefe de Estado produjeron crisis en carpas opositoras, como lo registrado en la Concertación , donde ciertos líderes políticos se están alejando de Fernando Lugo y su equipo.
Entonces, se puede hacer una deducción, que al mandatario le está saliendo redondito su plan “A”, cual es tirotear a mansalva a sus ocasionales adversarios de turno, por más que en nada contribuya para el bienestar y desarrollo del pueblo paraguayo. Al final de todo, en el punto referente a las ofensas, agravios o como se quiera calificar, el Tendota es el que tiene más puntería sobre los demás “francotiradores”, y así como se presenta el panorama, aun se irán registrando varios disparos al blanco, entre los competidores.
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