Con todo lo sucedido en el caso Kike Galeano, cabe la posibilidad de extraerle a este desgraciado incidente, alguna lección o moraleja que nos proporcione, de una u otra manera, una pizca de utilidad. La gente dice que siempre algo bueno sale de algo malo. Es así como se empiezan a construir las cosas sólidas.
Lo primero que se debería hacer es pedirle al Sindicato de Periodistas del Paraguay (SPP), aparte de hacer una mea culpa sus miembros por lo sucedido, que apure la aprobación del código de ética, cuyo proyecto de ley duerme en algún cajón del parlamento. Los integrantes del gremio tienen que hacer el seguimiento hasta que sea por fin sancionada. Ya basta a que se siga metiendo en la misma bolsa a hijos y entenados. ¿Qué significa todo esto?
Muy sencillo, porque esta es la mejor de todas las profesiones, y la gente que trabaja en un medio de comunicación, la abraza con pasión y tiene puesto el corazón en cada cosa que hace. No siempre el dinero está primero y para prueba de esto, son muy pocos los profesionales en serio que tienen una computadora en su casa, porque la remuneración a un profesional del sector en este país, es quizás la más pobre de Sudamérica. Eso demuestra que aún quedan románticos soñadores.
Ya la Biblia no debe estar junto al calefón, para eso está el sindicato, para valorizar y revalorizar a la profesión. Una persona que habla en una radio no es un comunicador social, es sólo una persona que se animó a tomar un micrófono y que puede decir cosas interesantes como estúpidas. De esto es lo que más abunda. Un locutor no es aquel que hace propagandas de los comercios de su pueblo, sino es aquel formador de opinión de los oyentes.
Periodista no es algo que se aprende, es algo que se siente, es algo que se lleva en la sangre, es un virus que corroe las entrañas, contagiado en el momento mismo al entrar por primera vez en una redacción. A partir de allí, nadie será el mismo. La velocidad en que se maneja las noticias, las notas que faltan para llenar las páginas, los nervios antes del cierre, el reportaje al político que, muchas veces, sabemos que va a mentir, pero igual se le pone buena cara.
Varios ingredientes que se viven en un constante estrés, pero ninguno de los colegas lo cambiaría por todo el oro del mundo. Por eso se es periodista. Eso es ser un verdadero obrero de la comunicación. Ir de frente ante los sucesos y registrarlos para que aquellos que no tienen la suerte de ser protagonistas y estar siendo parte de la historia, también se sientan parte de ella.
Es ridículo pensar que al leer una noticia en la radio o en la televisión, eso convierta al eventual lector en un verdadero periodista. Por suerte no existe esa transformación instantánea, sin embargo muchos lo creen así. Uno observa con tanta pena y hasta con rabia, que muchas personas, aprovechándose del libre ejercicio de la profesión toman el micrófono o firman artículos redactados por terceros para hacerse pasar como el gran periodista. Muchos de estos truchos “colegas” portan con ostentación en el vehículo el tradicional y folclórico cartelito de “prensa”.
Por eso es necesario que el Sindicato se aboque a trabajar en la depuración del gremio. Ese es un compromiso de sus miembros, ellos recibieron el voto de confianza de los asociados del SPP, para que defienda y revalorice a este gremio, bastante criticado por los desaciertos cometidos, últimamente, en su accionar.
Es hora a que todos juntos pongamos los pantalones largos y hagamos honor a un gremio tan importante y respetado, como es el Sindicato de Periodistas del Paraguay (SPP), ya que al final, en mayor o en menor grado, todos somos responsables de estos deslices.
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