martes, 16 de agosto de 2011

Piratería: un mal que golpea al país

Desde hace varios años que la prensa, las autoridades nacionales, los funcionarios extranjeros y los organismos internacionales han batallado en intensivas campañas de concientización a fin de desterrar esa plaga que castiga a los que cumplen religiosamente con sus obligaciones impositivas y laborales, que es la piratería.

Ríos de tinta y millones de palabras aún parecen insuficientes para contener a los cientos de operadores marginales que se mueven ya no en las sombras, si no a plena luz del día, protegidos y amparados por la enorme impunidad que reina en nuestro medio.

Las cifras anuales que se manejan podrían llegar estimativamente a duplicar nuestra deuda externa; tal es así, que se puede decir con cierta seguridad que es tanto el dinero que circula, que permitiría comprar muchas conciencias y cerrar otras tantas  bocas.

Pareciera que ser pirata da cierto status y despierta la admiración de amigos, vecinos y parientes. Mientras que a simple vista los que se mantienen del lado de la ley son los estúpidos y los que la quiebran o violan son los muy vivos y astutos. Eso significa por lo tanto que los valores que nos han enseñado de niños se han perdido o trastocados por otros que premian lo malo y castigan al bueno.

La piratería no aporta nada al país. Aparentemente da mano de obra, pero por muy poco tiempo. No paga los impuestos que le corresponden y si lo hacen, evaden el 80%. No pagan IPS, ni aguinaldo, ni vacaciones y tampoco le sirve al empleado como referencias para su curriculum.

Los empresarios piratas depositan el dinero en el exterior porque saben muy bien que en cualquier momento se les puede terminar su suerte. No es nada raro que a veces el dinero no es suficiente cuando ciertos fiscales ambiciosos por seguir trepando en la carrera judicial los traiciona y les cae de improviso sobre algún depósito medio escondido.

Valores trastocados, ideas robadas, propiedad intelectual defraudada y muchos usuarios engañados es parte del saldo que deja la piratería que muchas veces no la comete ese marginal, que vive escondido en el anonimato, tras las sombras. Muchas veces lo efectúan empresarios exitosos que nadie se imagina que podría involucrarse en semejantes actividades.

Tampoco todos son extranjeros, nuestra gente no quiere ser menos que aquellos y también saca sus garras. No importa el artículo que se falsifique, siempre se tratará de ganar el dinero fácil, con las ideas de otro y corriendo los riesgos lógicos de cualquier actividad ilícita.


Se tratará de minimizar riesgos y maximizar las ganancias, esa es la cuestión. Lo que quede por el camino no tiene realmente ninguna importancia. 

Como no bastaba falsificar estampillas fiscales para que se enojen nuestros hermanos brasileños, ahora está de moda piratearles las señales de Internet.

Todas las empresas legales se quejan ante Copaco y Conatel, y la respuesta es siempre la misma. No tenemos presupuesto para identificar a los culpables.

Es voz popular que varias empresas locales de informáticas están involucradas, basta con ser un simple usuario y se notará enseguida la interferencia que producen en el espectro. Ríos de tinta y millones de palabras seguirán corriendo para que todo quede igual.

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