jueves, 24 de febrero de 2011

PARAGUAY, UNA FÁBRICA DE POBRES

Luego del golpe del 89, todos los habitantes de este hermoso país, tanto paraguayos como extranjeros, supusieron que nuevos aires soplarían. Que una revolución de ideas nuevas sobrevendría, que ese mismo estado de ebullición generaría riqueza y prosperidad para los integrantes de una sociedad ya cansada y agotada de tanta tiranía, de tanto despotismo y de tanto atropello.

Todos esperaban una gran transformación, de un país atrasado, que aún mantenía profundas cicatrices de dos espantosas, sanguinarias y estúpidas guerras que diezmaron su territorio. Con un pasado a cuesta de cinco oprimentes dictaduras, pero con una esperanza inquebrantable, quería sobreponerse a todos sus pesares.

En una oportunidad ya lo había conseguido; ser el país más adelantado de toda Hispanoamérica. Calles iluminadas, ferrocarril tan bueno o mejor que el de Inglaterra, muchas casas con agua corriente, escuelas, universidades. Todo lo último y lo mejor de aquella época.

Los europeos lo habían logrado, se sobrepusieron a dos guerras mundiales. ¿Y que tenían los gringos que nosotros no tuviéramos? Esta pregunta, el mismo tiempo nos lo contestaría. Fueron sucediéndose gobierno tras gobierno. Y en el medio, muchas, pero muchas promesas que nunca tuvieron la intención de ser cumplidas.

Luego entendimos que los gringos no eran más inteligentes que nosotros, ni más preparados, ni más capaces, sólo eran ordenados, menos corruptos y más patriotas, sólo eso, nada más que eso.

La sucesión de funcionarios mediocres que fueron rotando de puesto, según lo creyera conveniente el gobierno de turno fue exasperante. Algunos de estos se encariñaron tanto al cargo que prácticamente se hizo vitalicio y para otros, ya fueron parte del inventario del Congreso de la nación.

Se tomó como un pésimo hábito que, cada dos años se repitiera incansablemente ese círculo vicioso de mentiras y elecciones o votación y frustración. Cada gestión dejó un sello, que seguro, la historia finalmente juzgará. Mientras tanto fueron los bolsillos los que se fueron enflaqueciendo y los cinturones ajustándose más y más.

Hasta que le tocó el turno a Nicanor, llegar al sitial más alto que cualquier paraguayo puede desear. Tuvo una ventaja enorme con el resto de sus predecesores. El nivel de popularidad fue uno de los más altos de estos últimos 18 años, aún entre los opositores. Los países vecinos, EEUU, la comunidad europea y Japón le dieron su apoyo incondicional.

Con el aval de estos últimos, los organismos de crédito internacionales, se animaron a correr ciertos riesgos, lo que le garantizaba a nuestro país de renegociar su deuda externa, conseguir una dosis de oxígeno, y no caer en la lista negra de los morosos. Estaban, por lo tanto, dadas todas las condiciones no sólo para tener éxito con el proyecto, si no ponerle una bisagra a la historia.

Sin proyecto


Pero nos equivocamos otra vez. El ejecutivo no tenía un proyecto, al menos concreto y coherente. Era sólo una continua sucesión de parches y bolsas de agua caliente, apretando las clavijas en donde dolía y nada más. Era evidente que los asesores improvisados irían desdibujando el ñembo programa hasta llevarnos al pozo en que por desgracia nos encontramos hoy.

Existe un dicho que “todo tiempo pasado fue mejor”, es cierto en parte, pero se puede afirmar que lo mejor está por venir. Muchos añoran el pasado, sin embargo se olvidan de los días de terror, en donde no se podía hablar por temor a que oídos indiscretos lo denunciaran.

Sin embargo la economía era estable, y siempre había un par de billetes en el bolsillo. Hoy en día es todo lo contrario, si hacemos un balance de todas las gestiones desde el golpe hasta la fecha.

La deuda externa se triplicó

El país triplicó su deuda externa, sin compra de bienes de capital; se regaló la energía (¿?) que no se usa pero la debemos pagar. Cada vez se producen más granos, se gana menos y la tierra sufre las consecuencias con una erosión incontrolada a nivel nacional.

No existe un buen seguro de salud, la educación se ha vuelto mediocre, no hay seguridad, escasea el trabajo, se rompió la cadena de pago. A nuestro país se lo asociaba con la pobreza, que no es ninguna virtud, pero tampoco un defecto. Hoy se lo vincula con la piratería, el narcotráfico, la venta de armas y cartuchos, la trata de blancas y la prostitución infantil.

Se ha triplicado la cantidad de funcionarios públicos, ya sea a nivel urbano, departamental o nacional, lo que convierte al estado el mayor ocupante de mano de obra, dejando como saldo el 75% del presupuesto nacional se destina a sueldos, lo que no deja margen para la inversión en obras de infraestructura.

El aparato burocrático ha crecido tanto que uno de cada tres paraguayos tiene un empleo estatal. Durante el presente período se aceleró la despoblación del campo, así como el deseo de invertir en este rubro. No existen incentivos de ninguna clase, para el sector agro-ganadero.

El Producto Interno Bruto (PIB) tocó fondo 

El producto interno bruto descendió al último lugar de Latinoamérica junto con Bolivia. La tasa de crecimiento es ridículamente baja, oscilando entre un 3,5 a un 4 % anual.

Los pésimos empresarios como azucareros o transportistas de pasajeros, tienen elementos de museo trabajando y la explicación es simple: desvían sus ganancias en camionetas 4 x 4 o chacras de fin de semana u otras macanas improductivas en vez de colocar tecnología de punta en sus empresas y optimizar los resultados y las ganancias.

La recesión se agudizó debido a la extracción de circulante para evitar los altos índices de inflación. La inversión estatal es nula y la creación de puestos de trabajos no existe. Ante la falta de seguridad, el posible extranjero que trae un cierto capital, no sólo se abstiene, si no que huye despavorido ante la posible pérdida de su patrimonio. Pero lo más triste es en lo que se ha transformado nuestro país.

Es un gran exportador de mano de obra barata, talentos profesionales, artísticos y deportivos que se van en busca de nuevos horizontes y que le inyectan oxígeno a una economía empobrecida y sin variantes ni resortes a que apelar. El gobierno de turno no tiene explicaciones ni puede echarle ya la culpa a Stroessner. 


 Cinco gobiernos lo han sucedido, siendo todos del mismo partido, acusados de graves cargos y para luego ser dudosamente sobreseídos. Con el resultado a la vista, de estos 18 años, es el mayor éxodo que sufre el país en tiempos de paz, convirtiéndose así Paraguay, por desgracia en una enorme fábrica de pobres.

1 comentario:

  1. Si hablamos del pasado, estamos casi de acuerdo, principalmente en la parte que dice: Luego entendimos que los gringos no eran más inteligentes que nosotros, ni más preparados, ni más capaces, sólo eran ordenados, menos corruptos y más patriotas, sólo eso, nada más que eso. Pero si hablamos de hoy, esta es la nueva realidad http://paraguay-un-milagro-americano.blogspot.com

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