sábado, 26 de febrero de 2011

LA EXPORTACIÓN NOS VA A SALVAR

Es la única salida que tiene nuestro país de encarrilarse y abandonar los últimos puestos en la tabla de posiciones en cuanto a nivel de pobreza, PBI (producto bruto interno), desempleo y calidad de vida. No sólo es la única, si no la mejor, ya que bien encarada tiene un efecto multiplicador impresionante.

El primer paso sería la simplificación de toda la tremenda papelería burocrática existente. Lo siguiente, la conveniencia de un crédito automático ante la presentación de la carta de crédito en alguna entidad financiera oficial. ProParaguay, el Ministerio de Relaciones Exteriores y La Dirección General de Comercio Exterior (DGCE), dependiente de la Subsecretaría de Estado de Comercio, son meras figuras decorativas que no operan de verdad, sólo son apenas meras oficinas administrativas. 
          
En ningún momento se siente el respaldo firme y sólido del Estado, que a la postre sería el principal beneficiado. Por lo tanto el futuro exportador se siente desamparado y no le queda más remedio que arreglársela por su cuenta. El siguiente punto que debe imperar es el estricto control de calidad de la mercadería que se desea enviar. Por desgracia para nuestro país, la mala fama que gozamos, por equis motivos, nos lleva a que los compradores sean más que  desconfiados.

Es bastante difícil ganarse una buena posición dentro del mercado mundial, como para perderlo de la noche a la mañana por algún tipo de viveza, muy propia de nuestra gente. Algunos países asiáticos venden cierta mercadería como “reacondicionada” es decir en términos criollos, defectuosa y reparada como se pueda. Paraguay no debe entrar en esa “onda”.

Aprovechar lo que tenemos a mano

Nadie duda que, aunque suene feo, somos los reyes de la piratería, por lo tanto no es una mala idea, blanquear alguna de estas verdaderas industrias que cuentan con equipamientos de primer mundo. Si en vez de copiar “championes” de marcas conocidas, con una perfección casi pasmosa, se lanzan modelos “Made in Paraguay”, con marcas propias, el éxito estaría casi asegurado.

La gama incluiría vestimenta, marroquinería, ropa de cama, ropa interior masculina y femenina, juguetes electrónicos, telas, perfumes, equipos e insumos informáticos, etc, etc. La gama de artículos puede ser infinita como oportunidades se le deban facilitar a los que blanqueen, ya que de hacerlo, también pasaran a pagar impuestos.

Esto facilitaría mucho la famosa reconversión de Ciudad del Este, transformación que vale la pena ya que de urbe netamente comercial, pasaría a ser una ciudad con un entorno fabril que tiene en su microcentro una salida al exterior de sus productos. La urgente   necesidad de mano de obra podría provocar una descongestión de  vendedores ambulantes y mesiteros, cansados de pasar muchos días de penurias y miserias, optarían por un sueldo seguro.

Se tendría entonces una industria pujante, blanqueada, con precios competitivos y una mercadería legal para ofrecerle a los compristas brasileños. En estas condiciones, la aduana del vecino país ya no podrá tanto revisar, ni hacer tanto cacareo ante la mercadería nacional. Es una hermosa prueba para el Mercosur. Por eso no se debe perder más tiempo y ya mismo buscar urgente variantes y no esperar sentado en el cordón de la vereda a que pase la carroza.

Como sigue el tema

Nuestro pueblo que es tan adicto a copiar cosas de sus vecinos, generalmente malas, muy bien podría imitar a Brasil o Argentina quienes venden todo lo que pueden y baten records de exportación todos los años. Carnes de primera categoría, jugo de frutas naturales, leche de soja saborizados, una industria láctea con tecnología de primer mundo. Son apenas una pequeña muestra de todo lo bueno que produce el país y no se le otorga sus méritos.

Existe una falta de interés hacia algunos ítems como la fruta que hasta se llega a pudrir en los mismos árboles, como el guavira que tiene un sabor parecido al de la cereza. El mango que es una de las frutas más completas en minerales y vitaminas que existe.

El aguacate, que se desperdicia en el suelo, cuando se la podría muy bien comercializar como fruta o dándole un valor agregado convirtiéndolo en puré  y envasándolo en tambores de 200 litros, los cuales serían despachados a EEUU o Europa ya que es un ingrediente fundamental para cualquier crema humectante y cicatrizante por su alta concentración de vitamina A.

Pero esto también es sólo una muestra. Paraguay produce además una variedad infinita de hierbas y arbustos que desde hace cientos de años, nuestros antepasados, los han usado como medicina. Hasta nuestro mayor edulcorante natural, el "ka'a he'e" (nombre guaraní de la stevia rebaudiana), es codiciada por la multinacional Coca-Cola para explotarla comercialmente, mientras nosotros aún lo estamos pensando.

Dentro de los rubros no tradicionales, existe una variedad de productos  tan grande que hasta  puede causar una grata sorpresa. Sin embargo los envíos que se hacen son muy chicos y sin ninguna o muy poca participación del Estado, sólo gracias al empuje de algunos empresarios valientes. Tal el caso de insecticidas, espirales, cera para pisos, artículos varios de limpieza y de tocador.

La caña paraguaya merece un capítulo aparte, ya que compite con mucha desventaja, en Nueva York, con el famosísimo ron caribeño, salvo que éste cuesta casi tres veces más que nuestra bebida nativa. Si llegara a tener un buen marketing, con seguridad podría llegar a ser el número 1 entre los tragos de “onda”. 

Nuestro peor enemigo está en casa

A todo lo antedicho se le puede añadir las exportaciones dirigidas, es decir todo aquello que Argentina o Brasil no pudiera abastecer su mercado interno. Una buena idea puede ser que, teniendo en cuenta que ambos tienen una industria automotriz muy desarrollada, Paraguay podría contribuir fabricando autopiezas y quizás con productos de los tres países podría poner un antecedente interesante a la famosa complementación del Mercosur.

Y acá habría que hacer hincapié que Paraguay debería desarrollarse industrialmente en base a industrias no contaminantes. Nuestros vecinos tienen graves problemas de este tipo, imitarlos sería una manera evidente de suicidarnos.

Sin embargo es el Estado quien debe dar las pautas generales para que esto se concrete. La mano de obra, con empresas trabajando tres turnos, va a faltar. El Estado podrá cobrar más impuestos y descenderá la evasión. El actual gobierno ya no hará nada al respecto, recemos para que durante el próximo mandato comience la tan ansiada transformación.

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