Desde hace unos 10 años, a la fecha, el parque automotor en Ciudad del Este, no ha dejado de crecer, un solo instante. Esto se debe a varios factores, que bien de una u otra manera lo ha potenciado. Prefiero ir nombrándolos al azar, en vez de enumerarlos, como generalmente lo hago.
Primero nos encontramos que en esta zona se pagan muy buenos sueldos, como en la Binacional y las empresas agroexportadoras a la mayoría de su personal. A esto le sumamos los cientos de empleados jerárquicos de los distintos comercios del microcentro de nuestra ciudad.
Luego tenemos la entrada de vehículos usados de Iquique, que tienen una diferencia sustancial con las concesionarias y distribuidores oficiales locales. Pero eso no es todo. A esta facilidad le añadimos el hecho que se puede financiar con largas y cómodas cuotas. Y esto fue lo que terminó por convencer hasta a los más remisos.
También durante estos años una enorme cantidad de gente ha venido desde todos los puntos del país, trayendo consigo a sus respectivos vehículos. Pero aquí no termina este asunto. Resulta que por el camino, sucedió un milagro. China entró al mercado mundial de las motos de baja cilindrada, con un precio final tan accesible para los usuarios, que destruyó cualquier tipo de competencia con los fabricantes de otras latitudes.
Por lo que la gente de menor poder adquisitivo se plegó a esta moda, y cansada de viajar tan mal en las desastrosas líneas de ómnibus de pasajeros, terminó de saturar todas las calles y avenidas de esta ciudad. Pero no conforme con esto, todas las arterias están inundadas hasta su máxima expresión por una cantidad sobredimensionada de taxis, mototaxis, combis y recientemente motofurgones.
La historia misma de esta ciudad nos cuenta que fue diseñada a hachazo limpio, sin ningún tipo de previsión, pensando en el futuro, se entiende. Es por eso que tampoco cuenta con cloacas, ni alcantarillas, ni pluviales ni hidrantes contra incendio, bueno, aunque esto último sea algo demasiado sofisticado de pedir.
También sería bueno recordar que muchas de las calles estrechas del microcentro, fue arbitrariamente ocupado por los poderosos dueños de las propiedades, de la primera hora, aquellos que contaban con el visto bueno del poder ejecutivo de aquella hoy lejana época. Como el caso del boulevard de la calle Abay, que en realidad debía llegar hasta Monseñor Rodríguez, pero a alguien no le gusto esa idea e invadió la vereda. El resto solo lo siguió.
Quizás a modo de justificativo, nadie en su sano juicio pensó jamás que esta ciudad crecería de este modo, en un tan corto tiempo, si hablamos de un módulo de cincuenta años, por decir. Como también que todo lo hecho aquí se hacía de manera provisoria, cuando en realidad terminó por ser “ad eternum“.
Ninguna de sus primeras autoridades sabía como hacer una ciudad, ni tenía la menor idea de lo que era urbanismo. Tampoco se dejaron asesorar por gente que sabía. Y se perdió una oportunidad histórica, de darle a la otrora Ciudad Presidente Stroessner, una infraestructura de vanguardia. Pero en fin, eso ya pasó y sigamos mirando hacia adelante.
Por si solo, ninguno de estos motivos es el causante de nuestro caos vehicular de cada día. Pero si los sumamos, tendremos el caldo de cultivo para los más espantosos embotellamientos del que hayamos sido testigos. Ahora bien, todas las autoridades que asumieron la jefatura de la municipalidad, siempre hicieron hincapié de esto, en sus campañas políticas.
Pero una vez instalados, en sus poltronas, una intensa amnesia se apoderaba de sus políticos cerebros. Claro, invertir en ciertas obras costosas no da votos y si muchas críticas, que al final, terminan restándoles sufragios a la hora de visitar el cuarto oscuro. Además del costo político que se debe asumir cuando se emprende trabajos de este tipo, ya que genera grandes problemas e inquietud en la población.
Pero en el caos vehicular no solo obedece a una pésima circulación ni pocas opciones de salidas y entradas a la ciudad. También conspira para ello, que muy pocas personas conozcan el reglamento de tránsito, no le den importancia a los pocos carteles indicadores, sepan que es una vía preferencial o simplemente para que sirve un humilde semáforo.
Todos esto porque no existe una educación vial en nuestro país. Pero aún habiéndola, nuestra gente es reacia a obedecer normas, leyes, reglamentos o todo aquello que se deba respetar. Autos en doble fila, adelantarse por la derecha, llevar gente en la carrocería de camionetas o motofurgones, circular con las luces altas en la ciudad o los equipos de sonido a todo volumen.
Una de las posibles soluciones que supone enfrentar a este insufrible caos vehicular en Ciudad del Este, especialmente en las horas pico, sería la tan publicitada avenida costanera, muy promocionada por todos los anteriores intendentes en sus campañas proselitistas e inclusive, por la actual intendente. Una maravilla vial que agilizaría el paso de los camiones, pero sin que estos entren en la ciudad, evitando así que estos arranquen, con sus altas carrocerías, los cables de Ande y Copaco.
Aligerar los puntos de mayor congestión como pueden ser Pioneros del Este entre la municipalidad y el ex Oasis. El viaducto del Km. 4, que urgentemente necesita pasos a nivel, tanto como en el Km. 7, entrada a Ciudad Nueva, en donde para girar, se debe hacer primero un testamento y despedirse de los parientes más cercanos.
La rotonda del Área 1, es otro lugar verdaderamente riesgoso. La colocación de semáforos y cámaras evitaría la creciente cantidad de accidentes de transito, que diariamente ocurren. Las grandes obras de infraestructura que tanto esta ciudad necesita, no son encaradas por la actual gestión como tanto pregonaba en su campaña política y ya van como un millón de promesas incumplidas.
Mientras tanto los esteños seguimos sufriendo en carne propia, la sofocante congestión diaria, con interminables minutos sin que la fila se mueva un solo centímetro. Al final de cuentas, la ecuación es muy simple: caos más caos es igual a caos al cuadrado.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario