Parece que se ha puesto muy de moda, que todo el mundo hable sobre el famoso lavado de dinero; pero les aseguro que no son muchos los que saben que es eso, como y porque se hace, los riesgos que se corren y todas las leyes que lo penalizan.
Esta práctica no es nueva ni mucho menos, solo que ahora se ha sofisticado tanto que hasta le dan un barniz de algo bueno cuando lo que se busca es encubrir todo lo malo.
La
idea básica, es blanquear el dinero mal habido, proveniente de las actividades
ilícitas o penadas por la ley. El tráfico de drogas, de armas, el trabajo
clandestino, la prostitución, el tráfico de influencias y últimamente el terrorismo,
son las operaciones redituables que más aportan a las arcas del hampa.
Las
personas que se dedican a éste brillante negocio, utilizan siempre una buena
“pantalla” para disimular, creando a su entorno actividades empresarias con
múltiples negocios totalmente lícitos, a los que se les inyecta el dinero mal habido, y así este
entra al circuito de manera lícita, por medio del sistema financiero de tal o
cual país.
El
lavado de dinero o simplemente blanqueo, se realiza habitualmente por medio de
los bancos o entidades financieras. Las que han proliferado por el mundo, así
que porque no habrían de hacerlo también aquí, en nuestro querido Paraguay.
Al
utilizar a estas entidades, se redistribuye el dinero “negro”, en la mayor
cantidad de bancos posibles, para que los saldos no sean muy abultados y
entonces llame la atención.
Según
cuentan las malas lenguas, no existe en nuestro país una verdadera reforma
fiscal ni tampoco mucho entusiasmo para realizarla, solo existe algún que otro
parche.
Ni hablar por supuesto de cobrar
el Impuesto a la Renta
Personal (IRP), porque este se irá posponiendo lo más que se
pueda, ya que resultaría difícil demostrar
el origen de las 500 fortunas más grandes de nuestro país.
No
hay que ser un genio de la economía para darse cuenta que el sistema financiero
nacional está más que súper dimensionado. Tengamos en cuenta que somos apenas 6
millones, pero que hay bancos, financieras y hasta cooperativas que se
reproducen más que los conejos.
No pasa una semana sin que no se abra una nueva
sucursal o alguna nueva batería de cajeros automáticos. La pregunta inocente
es: ¿Para qué tantos?
Pero
acá no termina la cosa. La cantidad casi indefinida de casas de cambio legales
y de las otras, que existen tanto en Asunción como en Ciudad del Este,
realmente asusta. Teniendo en cuenta que no recibimos a tantos turistas. Eso
si, siempre tendrán a un uniformado de la Policía Nacional
custodiando la entrada.
La
gran cantidad de shoppings nuevos y en construcción, en las principales
ciudades, es muy llamativa, no solo por su costo si no por el alto nivel que se
supone tendrán los futuros clientes.
Y yo me pregunto, como es esto, si las
estadísticas dice que existe un porcentaje de desempleados y subempleados que
bordea el 37 por ciento de la población activa.
¿Y
el millón doscientos mil compatriotas que se encuentran por debajo de la línea
de pobreza? No creo que ellos figuren dentro de las estadísticas de marketing
de dichas empresas, ya que pienso que ninguno de los “sumergidos” vaya a concurrir a dicho centros de compra a
menos que sea, solo para pedir limosna en la puerta de entrada.
El
“boom” de la Avenida
Santa Teresa, en Asunción, en la cual se está construyendo la
sede de muchas empresas multinacionales. Así como diez edificios de altura,
donde su precio por piso, no baja de los 500 mil dólares y un Pent House en la
zona, bordea el millón y medio de los verdes americanos. Varios nuevos bancos y
hoteles de cuatro y cinco estrellas están programados para ese mismo lugar. Lo
que le dará un prestigio extra.
Las
cientos de playas de automóviles con vehículos de reconocidas marcas europeas y
que sabemos que no están preparados para resistir ni nuestras callecitas ni
mucho menos las intransitables y peligrosas rutas nacionales. Con valores que
sobrepasan los modestos presupuestos de la clase media nativa.
Otros
negocios que pueden agrupar mucha gente, es el mercado de las joyas, donde las
pequeñas piezas pueden tener un alto costo y va dirigido hacia un pequeño grupo
de personas, pero de un alto valor adquisitivo. La rotación no será muy grande,
porque esa es otra de las variantes de la cosa. Poca venta pero con valores
altos.
Los
casinos y casas de juegos electrónicos es otra brillante alternativa para el
lavado de dinero, ya que, dependiendo de la ubicación del local, el tipo de
atracciones, la publicidad y demás variables, hará que se inyecte regularmente
una buena suma de dinero en el mercado, pero sin excederse, ya que hay otro muy
pequeño problemita. Las cantidades deben ser continuas pero sin saturar al
mercado.
Ya
que si provoca un aumento considerable en el circulante, puede “recalentar” el
mercado y llegar a ser responsable de una galopante inflación, y que pondría en
estado de alerta máxima a las autoridades del Banco Central y estos comenzaran
a husmear de donde procede tal desajuste. De ahí a ser atrapado por avidez
desmedida, hay solo un paso. Si se pierde el anonimato, ya puede darse por
perdido.
Lo
importante es camuflar lo máximo posible, el blanqueo de capital y tratar de pasar
inadvertido, por medio de negocios, nada estrafalarios y que no llamen tanto la
atención. Los restaurantes, las cadenas de hamburgueserías o pizzerías, las
discotecas o también las galerías de arte, pueden ser otras atractivas opciones
para los grandes lavadores de dinero.
La
compra de grandes extensiones de tierra para luego ir vendiéndola fraccionada
es otra buena alternativa que tiene aquellos que se dedican al blanqueo de
capital. Pero cuidado, si bien nuestro país se está convirtiendo en un verdadero
paraíso fiscal, como lo dijo el presidente José Mujica de Uruguay, cosa que
molesto demasiado por aquí.
Existen
todos los instrumentos legales como para combatirlo, eso si es que queremos ser
un país en serio. Sin embargo no existen los controles efectivos y ahí radica
el problema del aumento en el lavado de dinero en nuestro país. La impunidad es
el mejor aliado que ellos tienen y la aprovechan magníficamente.
Los
“peces gordos” no quieren que se destape de ninguna manera la olla. Si las
autoridades no son capaces de sincerarse ni tienen la voluntad política para
tomar al toro por las astas. Entonces iremos de mal en peor, caminando así, sin
credibilidad ante nuestros vecinos y esperando como siempre, que el tiempo lo
solucione todo.
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