jueves, 18 de noviembre de 2010

HAZ LO QUE YO DIGO Y NO LO QUE YO HAGO

Siempre me he quejado, por todos los medios de comunicación, que he tenido a mi alcance, como los padres se desentienden de la educación de los hijos. Me refiero específicamente a la que se le enseña en la casa y no a la ilustración, que la aprenden, si es que la estudian, en la escuela, el colegio o la Universidad. Pero últimamente, de esto, veo muy poco, de ambas cosas.  

No solo no se le enseña poco y nada en la casa, que eso es malo, si no que los malos ejemplos que dan los mismos padres es mucho peor. Eso es cuando son niños, pero cuando son adolescentes, pareciera que no les preocupa la hora en que vuelven a la casa, ni quienes son sus amistades, ni que hace con ellas. Cuando regresan borrachos a casa, es una gracia del “nene”. Muchas veces prefieren darle un dinero para la salida del fin de semana, solo para que estos no los “hinchen”. 

Si el papá toma varias botellas de cerveza, y luego dirige, seguro que el hijo imitará a su padre. Si la nena se da cuenta que su mamá  es algo “promiscua”, por decirlo suave, ella repetirá la historia, porque ella, lo encontrará muy normal. Si el padre “chupaba”  constantemente y le pegaba a su esposa, y a todos sus hermanos, segurísimo que cuando se independice de la casa y forme su propio hogar, nuestro solitario héroe hará exactamente igual con su propia familia, porque papá lo hacía y si él dio el ejemplo, todo está bien.

Todas las mujeres se quejan del machismo paraguayo, sin  embargo, es precisamente la misma madre, quien lo mal enseña. Desde criatura el varón es atendido por sus hermanas, a cuerpo de rey, quienes le lavan la ropa, le planchan, le barren el dormitorio, le arreglan la cama y hasta le dan de comer, con una cuchara, en la boca. Luego, al independizarse, será su esposa, novia, amante o tal vez su concubina, quien vaya detrás del pobre mal enseñado, que solo aprendió a comportarse como un inútil.

Cuando papá conduce el automóvil de la familia, con zapatillas y el torso desnudo, a pesar de su prohibición, los hijos verán esto como normal y lo adoptaran. Del mismo modo que repetirán esa famosa escena, que no deja nunca de sorprendernos, que es papá, mamá y 3 ó 4 hermanitos montados en una frágil motocicleta, circulando sin luces, por cualquier ruta nacional o avenida más o menos transitada de cualquier ciudad de  nuestro país. 

Otro hermoso ejemplo que podemos recibir tanto de papá como de mamá, es arrojar desperdicios en cualquier lugar  que se les ocurra, sin mirar primero si existe un basurero cerca y en caso de haberlo, usan simplemente el “grande”. O el caso de la mamá que le compra una docena de bananas, y sus hijos, a medida que las van comiendo, van tirando las cáscaras, todo esto, sin ningún tipo de complejo ni ruborizándose un solo instante.

Si los padres usan el fondo de la casa para guardar cualquier cantidad de porquerías, especialmente aquellas que contribuyen con la proliferación del  mosquito del dengue, los hijos con seguridad serán tan “kaigue” como sus progenitores. Si el padre o la madre, cada tanto le da una buena mano de pintura o en su defecto cal, a ka fachada de la casa, los hijos saldrán también guapos.

También he notado que cuando los padres no estimulan a sus hijos al estudio y la lectura, los niños pierden cualquier incentivo que el conocimiento pueda tener. Hay muchas grandes excepciones que jalonan la historia mundial, pero son las menos. Todo lo que el niño o la niña aprenden en la casa, de sus padres, servirá como una guía para el resto de sus días, ya que estos copian todo lo que hacen o dicen sus “papis”.

Pero no vayamos tan lejos, cosas mucho más simples como que la madre, que escucha “arrastrar” los pies a sus hijos, como si fuesen unos “mongos”, no les dice jamás que levanten las “pezuñas”. O enseñarles a “explotar” los chicles globo, sin que molesten a nadie. No les enseñan a conversar sin necesidad de gritar por el celular, si a ninguna persona le interesa escuchar las intimidades ajenas, por lo tanto con alejarse un poco, solucionado el problema.

Hacer callar a sus hijos, cuando estando en la calle, de visita en una casa o simplemente en un lugar público, las criaturas se salen de control. Los padres deben enseñar a colocar el volumen de los equipos de audio, en un nivel que no llegue jamás a molestar a los vecinos, ni a los integrantes de la misma familia. Educar a los niños para que no persigan a los pájaros con sus “hondita”, ya que igualmente son seres creados por Dios.

Es mucho mejor plantar árboles que hacerlos carbón. Las carrocerías de las camionetas fueron hechas para carga de mercadería, no para transporte de niños y mujeres, porque eso se encuentra totalmente prohibido. Del mismo modo que se lo está haciendo con las motocicletas con furgón, que es mucho más grave por su poca inestabilidad y que sigue contradiciendo las actuales ordenanzas municipales.

Nunca nadie dijo que ser padre, es un trabajo fácil, tampoco existe una escuela que enseñe a serlo. Es por estas y otras causas que siempre hablo de la irresponsabilidad de traer vida a este mundo, si es que no se le va a prestar toda la atención que las criaturas merecen. Es por culpa de los malos ejemplos que nuestra sociedad no madura y no rompe con la ignorancia, porque siempre tiene el “haz lo que yo digo y no lo que yo hago” en la punta de la lengua.

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