Por lo que estoy viendo últimamente, mucha gente, todavía no aprendió lo que significa vivir en libertad y como esta debe usarse. Existen en nuestro querido país, muchos sectores realmente postergados y sus reclamos son justos y quien les escribe, se pone de su lado incondicionalmente.
Tenemos a los olvidados indígenas, a los queridos “chakore”, a las amas de casa, a los niños de la calle, a las mujeres golpeadas, a los que buscan incansablemente un trabajo y no lo encuentran, a los que no pueden acceder a un sistema de salud, a los escolares que frecuentan las escuelas ranchos.
A los que sufren de falta de seguridad, por los constantes asaltos, a los dueños legítimos de tierras que ven invadidas sus propiedades por una manada de delincuentes comunes, revestidos de “sin tierras”, los que se ilusionaron con viajar al exterior, en busca de mejores oportunidades de vida y cuando lo logran, tienen que soportar una vida mucho más miserable que las que tenían aquí. A los que sufren los atropellos por parte de las monopólicas empresas estatales.
En fin, la lista sería muy larga, ya que todos, de una manera u otra nos encontramos postergados. Sin embargo cuando se tiene la hermosa libertad de poder hacer o decir cosas o bien llegar a abusar de esta, entonces entramos en la verdadera joda. Tal es el caso de los estudiantes universitarios, quienes han invadido las calles de Asunción, protestando ante la falta de una ley que garantice su medio boleto.
Es lo más ridículo que he escuchado en los últimos diez años. Son injustificables sus reclamos y no tienen, según mi modesto punto de vista, nada para defender. Sin embargo existe mucha tela para cortar, en este tema. Si fueran niños y niñas de escuelas o adolescentes de colegios de nivel secundario, estoy con ellos, ya que todo sale del bolsillo de los adultos de la casa. Y cuando se tiene dos o más criaturas en edad escolar, se hace muy pesado.
Pero los universitarios, son alumnos adultos, que estudian porque tienen una vocación y pretenden ser alguien en la vida. Esto es muy digno y comprensible. Sin embargo, muchos de ellos, concurren a universidades para “kakatos” y bajan de las 4 x 4 de sus papis. Los otros trabajan para pagar sus estudios y puede ser que no les sobre mucho, pero eso no les da el derecho a protestar por algo que no pesa tanto a la hora de hacer las cuentas a fin de mes.
Eso es por un lado. Por el otro, tenemos que los empresarios del transporte alegan, con justa razón, quien asumirá la diferencia. El gobierno no esta en condiciones de subsidiarla. Por lo tanto serán los usuarios comunes quienes deberán pagar entre 2.600 y 2.800 guaraníes, para absorber lo que los universitarios pretenderían a su vez ahorrar.
Ahora bien, todo el mundo tiene derecho a reclamar lo que le parezca, porque si entramos en ese campo, también los taxistas podrían exigir combustible a mitad de precio, los periodistas, computadoras a precios convenientes. Las amas de casa, la canasta básica subvencionada, pero de buena calidad. Los dentistas pueden pedir sus insumos a mitad de precio.
Los "mesiteros", también tienen el mismo derecho a pedir boleto “mesiteril”, ya que no ganan tanto y todo lo que recaudan es para llenar la olla y mantener con cierta dignidad, a sus familias. Y podríamos citar muchos otros más, pero para no darle tanto a este tema, ninguno, de todos los universitarios recibidos, que conozco, jamás se ha quejado del precio del pasaje. Es más, se mantuvieron callados, trabajando muy duro, ya que nadie les regaló nada. Y si no les alcanzaba, se arreglaban como podían.
Sin embargo parece que las nuevas generaciones, lo quieren todo fácil, todo servido en la boca, todo digerido, sin hacer ningún esfuerzo personal. Y lo llamativo del caso, es que esto lo solicitan los estudiantes con más poder adquisitivo. Si realmente necesitan ahorrar en pasajes, bien pueden tomar varias opciones.
Alquilar una kombi, entre varios, que los lleve y los traiga, semanal, quincenal o mensual. Turnarse los padres, de un grupo, para llevarlos un día cada uno, o cualquiera de las variantes que puedan sus cabecitas frescas idear. Pero salir a la calle para manifestarse, en un requerimiento sin consistencia, hace que la gente común los rechace simplemente de plano.
Antes que reclamar el boleto universitario, porque no piden profesores de mejor calidad técnica, que les enseñe de verdad, no que aparezcan como zombis en las aulas. Que les enseñen a investigar, a deducir, a razonar y se olviden de estudiar de memoria y a copiarse en los exámenes. Que se les descuente a los alumnos, el pago de todas las horas cátedras que los profesores dejan vacías. Que la universidad no forme profesionales mediocres.
Que se actualicen anualmente los programas de estudio, ya que todas las ciencias avanzan a pasos agigantados. Que se creen áreas de investigación en todas las facultades. Que se aumente, hasta el 20 % del presupuesto nacional, el rubro educación, como figura en nuestra Constitución, y que nadie ya respeta.
Si es uno de estos tópicos, que cuenten conmigo, en la primera fila, pero si es para el otro propósito, ¡por favor!, porque no se van todos juntos a enderezar bananas a Carepegua, e ingresan de una vez por todas en el mundo de los adultos, sin “pechear” a mamá, papá y al Estado.
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