miércoles, 6 de octubre de 2010

HIPOCRESÍA Y SOBERANÍA

Desde el mismo momento que un avión espía norteamericano, pasa sobrevolando nuestro territorio y toma la foto de un ciudadano paraguayo, sentado en su inodoro, mientras corta un pedazo de papel higiénico, se rompe el concepto que todos tenemos de soberanía.

Según la definición del Pequeño Riste Ilustrado, soberanía es la facultad que posee cada Estado de ejercer el poder sobre su sistema de gobierno, su territorio y su población. También se puede decir que: “la autodeterminación de la voluntad colectiva de un pueblo es la soberanía,  sin la influencia de elementos extraños y foráneos."

Bastantes palabras para decir que nuestro gobierno puede hacer lo que se le cante, sin que metan las narices, los yanquis, los “rapai” o los “kurepas”, entre otros. Sin embargo, he descubierto, con cierta sorpresa, que no siempre son los extranjeros los que quiebran nuestra propia soberanía.

Cuando en una “farra”, los jovencitos bailan alternativamente “cumbia villera” o música “sertaneja”, a pata suelta, pero si alguno, por casualidad,  se le ocurre difundir una polca, seguro que los chicos huirán despavoridos de la pista en fracción de segundos. Eso es quebrar la soberanía.


Cuando aquí, en la frontera, la televisión nacional se despersonaliza, al bombardearnos todo el día,  con pésimos “teledramas” mexicanos, venezolanos o portorriqueños, que no solo no aportan nada a nuestra cultura, si no que “estupidizan” a quien sigue la interminable secuencia de capítulos, que nos empuja a sintonizar canales de Brasil o Argentina. Eso también es quebrar la soberanía.

Cuando uno viaja por el interior de Alto Paraná o Canindeyú, y tiene que soportar, en su propio país, que un brasilero, con 20 años de residencia, le hable solo en portugués, porque no conoce ni jota de guaraní ni de castellano. Sin contar que pueda estar atendiendo un comercio, con todos los carteles en un idioma que no es el nuestro.

Si esto lo hacemos nosotros en  San Miguel, Londrina o Cascavel, no nos darían ni cinco de bola. Y es probable que nos deporten, tras pagar una abultada multa, imposible de eludir con "coimas"-  Ahí la soberanía se fue al mismísimo cuerno.

Cuando en esos mismos lugares fronterizos, circula más el real o el dólar y al guaraní lo miran con asco, como si el pobre billete tuviera virus de dengue hemorrágico. Sin embargo, a nuestro querido y devaluado guaraní, pasando Vila Portes, no te lo recibe ni siquiera los chicos de la calle de Foz. Eso también es una especie de ruptura de la soberanía.  

Consentir que tropas norteamericanas construyan un gran aeropuerto, en Mariscal Estigarribia, capaz de recibir aviones B-52 y Galaxys, para que desembarquen gran cantidad de tropas y material bélico pesado, para que ellos cuiden sus intereses de gas y petróleo, en Bolivia,  ya es como demasiado, aunque sea una leyenda urbana.

Pero esto no es todo, ya que los sobrinos del Tío Sam, cuentan con otra base más, en Concepción y figura en sus planes, una tercera en Encarnación. Todo esto sin que se haya hecho un referéndum popular, ni haya pasado por el Congreso, no solo la impunidad de los soldados extranjeros, si no la construcción de semejante infraestructura bélica. ¿Es esa la soberanía, que a tantos “polítiqueros”  de morondanga, les gusta esgrimir como si fuera caballito de batalla?

Existe una historia muy poco conocida, en la que, a finales de los años 60 y comienzos de los 70, el general Stroessner, realiza una generosa concesión de tierras, mediante un acuerdo con los gobiernos militares de Brasil y cuyo objetivo era llevar los campesinos paraguayos hacia el este y poblar con brasileros toda la faja fronteriza de tierras, que limita con Brasil.

Por lo tanto, ofrece en venta estas mismas tierras, en los periódicos de Río de Janeiro y San Pablo. Ese fue el nacimiento del actual modelo sojero, que tanto desastre ecológico nos ha causado. Si esto no es quebrar la propia soberanía y alta traición a la patria, entonces ya no sé cual es el significado del delito de lesa humanidad.

Sumergir a un país a la más absoluta pobreza, tanto económica como moral, por medio de la aberrante corrupción, también es otra manera de burlarse de la soberanía. Es misma causa que ha empujado a miles de ciudadanos comunes, a buscar nuevos horizontes, esparciéndose mucha gente valiosa, a los cuatro puntos cardinales del planeta.

Se los condenó vilmente y sin consideración, a nuestros compatriotas, a los sufrimientos, la denigracion, las penurias y el desarraigo soportando estas miserias, lejos de la patria, lejos de los amigos, de los parientes, de los compañeros de trabajo. Esas lágrimas derramadas a doce mil kilómetros de distancia por nuestros hermanos, también es una violación de la soberanía.

La soberanía no es letra muerta, como mucha gente piensa, al contrario, es algo muy vivo, que se siente, que late, que palpita y se respira todos los días. Es algo muy nuestro, que corre por nuestras venas y enciende nuestro corazón, con el simple estímulo de escuchar una polka, o tomar un tereré o comer una chipa. Eso que tiene mucho que ver con nuestra paraguayidad, eso es precisamente soberanía, algo que pareciera muy difícil de entender, pero que es mucho más hermoso de sentir.

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