sábado, 23 de octubre de 2010

LAS PROMESAS QUE EL VIENTO NO SE LLEVÓ

El peor enemigo que tiene la promesa, es la buena memoria. Y esta es un arma mortal cuando se pone a prueba, la palabra empeñada, especialmente de aquellos que se comprometen hacer cosas casi imposibles de cumplir. Generalmente, en época de campaña proselitista. Desde ya que esto no es patrimonio paraguayo. Los dos candidatos norteamericanos, en sus debates por televisión, también lo han hecho. Sin embargo aquí, ha pasado a ser ya un típico deporte nacional.    

Pero pasando al tema que nos preocupa esta semana, tenemos que estos nuevos funcionarios, son precisamente los que durante años se desgarraban las vestiduras, se tiraban de los cabellos y le pedían a todos los dioses, gobernar por lo menos una semana a este país. Como decía mi querido abuelito, “no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista”. Después de 60 años, se le hicieron realidad sus constantes súplicas.

Luego del 20 de abril, la cosa se dio la vuelta, como el panqueque y aquellos que toda su vida se la pasaron criticando las acciones del gobierno de turno, se encontraron de golpe, sosteniendo a la paila por el mango. Para convencer a sus partidarios, hicieron demasiadas promesas, apegados a una plataforma  programática, pero sin un plan verdaderamente bien claro y definido.

En estos casi dos meses de haberse instalado, en sus cargos los nuevos funcionarios, han tratado infructuosamente de hacer pie, y hasta el momento no lo han conseguido. Se los nota totalmente dubitativos, como no sabiendo mucho que hacer o con un miedo espantoso de errar.  Eso se debe fundamentalmente a que no tienen una hoja de ruta precisa y directa hacia los problemas que nos aquejan.

Están atacando los síntomas y no las causas que las originan. Es como poner un paño frió, en la frente, a un enfermo con fiebre, en vez de darle un antipirético. Pero todo esto depende siempre de la cabeza, que es el presidente y si este duda, que se puede esperar de los subordinados. Se ha perdido mucho tiempo en cosas tontas, mientras que los grandes problemas siguen ahí. Algunos, ante la ineficacia, se han incrementado sensiblemente.

En este breve tiempo se han acumulado unas cuantas anécdotas que  los “pinta” de cuerpo entero. La primera, es echarle la culpa de todo lo ecológicamente malo que sucede en el Chaco a los “rallistas”, aún en contra de la voluntad de todos los habitantes de la misma zona y del mismo Lugo, quien lo reiteró por varios medios de comunicación.

El anuncio de nuevos impuestos, en el peor de los momentos. Los despidos masivos de “planilleros” en todos los entes públicos y el retiro de los policías, medidas muy justas, pero a destiempo y sin pensar mucho, ya que primero se debe crear fuentes de trabajo en la actividad privada, para que esta pueda absorber a los nuevos desocupados, por un lado, y aumentar el sueldo y jerarquizar a la profesión, en el segundo caso.

En estos casi dos meses, nuestra cancillería ha “patinado en el barro”, como no sabiendo realmente que hacer. No tiene ni idea para que nos ha visitado el director argentino de Yacyreta, ni como se encuentran las tratativas en Itaipú, ni los acuerdos firmados entre Lugo y Chávez, en una palabra está más perdido que pingüino en el Chaco. O sea todo muy desprolijo.  

Un vicepresidente que confiesa a quien le quiera escuchar “que mucho no se conforma con ser el número dos”, que quiere hacer  cosas que no le corresponden a su investidura y mete las narices en cuanto agujero encuentra, hasta que un día de estos se la llegue a quemar. Su aire prepotente y descomedido, está provocando sensibles bajas entre sus subordinados, ya que su torpeza llega hasta retarlos enfrente de la misma prensa, causándoles a estos, una terrible consternación.

Una de las promesas más difíciles de cumplir, es la tan famosa reforma agraria, ya que sin un catastro real y actualizado, es imposible saber los datos precisos de tal o cual propiedad. Por lo tanto, entre esto y la falta de dinero para comprar tierras, hace que la cosa se vea media incierta para los campesinos.

Hablando de ellos, gente tan laboriosa, que teniendo 11 millones de hectáreas en su poder, no se nota el peso de su producción. También hay que decir que muchos de los que hoy invaden, ya las han vendido, “se comieron” la platita y ahora quieren otras de arriba. Pero esta vez creo que los sojeros no se las van a dar así como así.

Aunque se pongan nerviosos y agresivos, los mismos no van a conseguir nada, solo el paulatino desprecio del resto de la sociedad. Sin embargo el nuevo presidente los endulzó. Y a este no le debe temblarle la voz, las amenazas de invasiones, para llamar al ejército en caso de ser necesario. El Ministro del Interior también debe tener mano firme y frenar esta ola de guerrilleros campesinos invasores, antes que las cosas salga de su curso.

Una sugerencia que le doy a Fernando Lugo, de un hombre mayor a otro. Por favor, no dude más y actúe ya. Olvídese que fue cura, ahora es presidente de un país que lo necesita. Deje de dar homilías y tenga en cuenta que los problemas no se solucionan solo por obra del Espíritu Santo, ni con el tiempo. Solo cumpliendo la palabra empeñada. Nada más que eso.

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