Siempre nos estamos quejando que nuestros vecinos, Brasil y Argentina, nos hacen esto o aquello. Y así transcurre nuestra vida, como país, interpretando siempre el mismo triste papel de víctima, achicándonos antes los gigantes que tenemos en los linderos, en vez de plantarnos bien firmes y enfrentarlos.
Un ejemplo claro de esto, es el de Uruguay, que defiende a capa y espada, frente a Argentina, su derecho a construir las famosas fábricas de pasta de celulosa. Que hayan usado un río que ambos tienen en común y con un gran peligro potencial de alta contaminación para ambas orillas, eso es harina de otro costal.
Lo valioso es la forma en que un país visiblemente más chico que el nuestro, y la mitad de habitantes, se puso a la altura de las circunstancias y prefiriendo soportar todas las presiones que sus acciones ocasionaran, en pos de darle trabajo a su gente. Sabe que enfrente tiene a un gigante dormido que crece desde hace 4 años a un ritmo de 9 % anual y que le puede hacer perder otros 2.000 millones de dólares en las próximas vacaciones veraniegas, con la gran masa de turistas argentinos que veranean en Punta del Este, pero que este año, eventualmente emigrarían a otros centros turísticos.
Eso es tener coraje y no macanas. Sin embargo nuestro país se queda en el lamento y rebuscando anécdotas tristes de guerras pasadas y de pobrezas extremas y lo único que se consigue es inspirar lástima y no otra cosa. Ya es hora que se comience un revisionismo mental de anti-acomplejamiento de gran parte de la población e insuflarle el famoso “si se quiere se puede”, o en realidad no se quiere porque es mucho más fácil lloriquear en vez de tomar las cosas de frente y atacarlas de una buena vez.
Todo este preámbulo explicativo lo he hecho porque dentro de un par de días más se realizará una de las tantas reuniones cumbres, entre los países del Mercosur, y que nunca aportan nada nuevo, solo un hermoso paseo para las distintas delegaciones, eso sí, pagado por el pueblo de los distintos países reunidos.
En lo referente a nuestro país, ha conseguido colocar 4 temas urticantes dentro de la agenda a tratarse próximamente en Montevideo. Sin embargo creo que la propuesta paraguaya puede ser algo así como “escupir al cielo”, ya que en todos los tópicos puede llegar a perder.
Los puntos en cuestión son: fin de trabas, código aduanero, zonas francas y eliminación de las asimetrías. Si analizamos todas estas cuestiones son mejor ni tocar ya que nos puede explotar bien en el medio de la cara. No es Brasil ni Argentina las que tienen que superar las asimetrías, es justamente Paraguay quien no hace absolutamente nada por superarla. Uruguay lo está intentando a como dé lugar y eso se dijo mucho más arriba. Con la lloradera que somos pobres no vamos a ningún lado.
En cuanto a las trabas, nuestro país las pone tanto como lo hacen los otros, o ¿por qué se ataja pollos, huevos, cemento, varillas de hierro, azúcar, aceite y mil cosas más? Lo que hace falta es realmente dejar de ser hipócritas y que se sinceren todos los integrantes si es que se quiere que el grupo llegue lejos.
Con Mercosur o sin Mercosur, los famosos proyectos de la zona franca en Ciudad del Este la vengo escuchando desde el año 1981 y siempre se lo prometía para el año que viene, algo parecido ocurre con el segundo puente. Ya está, ya está y ya pasaron más de 16 años. Los otros no tienen la culpa que nosotros seamos unos dormidos, por no decir algo peor.
En cuanto al Código Aduanero, los representantes paraguayos tendrían que callarse bien la boca, ya que fueron ellos los que en su momento exigieron que se postergara por 4 años, a partir del 2006, por lo que eventualmente, recién en el 2010, teóricamente nuestro querido Paraguay podrá superar las famosas asimetrías. Pura y exclusiva “bolaterapia” dilatoria.
Al país no se lo hace con discursos, si no, arremangándose y trabajando como se debe. Creando las condiciones necesarias para que vengan extranjeros a invertir, pero que no se les pida 5 mil dólares por cada cédula. Crear las condiciones para que la gente vuelva al campo pero acompañado por técnicos que lo asesoren y le enseñen con palabras fáciles de entender. Culturizar al pueblo, no creando universidades fantasmas con profesores “truchos” y títulos que no existen en ningún país de este planeta.
Bajar los índices de desocupación, los niveles de pobreza, la mortalidad prenatal, la desolación de la vejez, y tantas cosas más. Por eso y por todo lo demás, el Mercosur tiene que funcionar, pero para eso tenemos que hacer también nuestra parte. Nadie nos va a poner la cuchara en la boca. La tenemos que ganar con nuestro esfuerzo. Nosotros pondremos lo que tenemos que poner y las autoridades que supimos conseguir, ¿Qué ponen?
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