miércoles, 8 de septiembre de 2010

MI AMIGO “DESASTRE”

Desde que llegue a Paraguay tuve la suerte de poder cosechar buenos amigos, quizás sea por esto, que siempre me sentí tan cómodo como en casa, y jamás pasó por mi mente hacer las valijas nuevamente. Fue gracias a ellos que pude sobrellevar los malos momentos y tener con quien disfrutar de los buenos.


Durante ese largo peregrinar he visto muchas cosas, he vivido hermosas experiencias, he absorbido conocimientos valiosísimos, que no figuran en los libros, y de una u otra manera las he volcado en algunos de mis cuentos, que algún día de estos, espero poner a vuestra consideración.


Pude recorrer este país de norte a sur y de este a oeste, y durante el trayecto, aprendí a amarlo sin ningún tipo condicionamiento, y me sentí simplemente como un hijo más. Andando por los caminos logré trabar amistad con todo tipo de personajes. Algunos con buen sentido del humor y otros más amargos que la verbena. Unos charlatanes y otros tan callados a quienes para hacerlos hablar era necesario ponerles una rodilla en el pecho.

Sin embargo como a mi amigo, “Desastre” no he conocido a nadie que se le parezca, es más, creo que por suerte se rompió el molde con que fue fabricado. Lo conocí hace unos cuatro o cinco meses atrás, más o menos, cuando recalé en este semanario. Enseguida hicimos buenas migas y comenzamos a intercambiar información de todo tipo, especialmente política.

No tardé mucho tiempo en sorprenderme por la lúgubre visión que tenía mi amigo sobre el mundo y la vida. He visto y conocido a muchas personas así, pero era la primera vez que observaba este síndrome en una persona de menos de treinta años. Es sorprendente, pero no imposible. Cualquier opinión que se desee saber acerca de la realidad que nos rodea, según la óptica de mi amigo, todo se verá muy negro, terrible, espantoso, una verdadera pesadilla con apariencias de un completo desastre.

Hay que reconocer que buena parte de razón, “Desastre” la tiene, pero no toda, por supuesto. Lo que me da pena es que a pesar de su edad, se ha convertido en un joven-viejo. Aunque suene extraño, esta es una nueva generación de jóvenes que han madurado precozmente y advierten con anticipación, las mismas mentiras, las mismas falsas promesas, y casi los mismos candidatos a ocupar cargos en el estado, que en los tiempos en que sus padres eran mozos.

“Desastre” fue el primero, pero en los últimos tiempos he comenzado a reconocer otros y otras como él. Desilusionados, con un país que no les da oportunidades, solamente por estar mal dirigido desde hace sesenta años y nadie hace nada para dar un golpe de timón a un país cada vez más estancado. Pésimos dirigentes que se olvidan de los viejos, se olvidan de los que quieren trabajar y llevar un pedazo de pan a la mesa, se olvidan de los maestros, de los médicos, de los policías, de los bomberos, de los héroes del Chaco y fundamentalmente de la juventud.

Una juventud que no encuentra su lugar en una sociedad saturada de corrupción. Esta nueva generación de jóvenes “ya no come más vidrio” ni la engañan “con espejitos de colores”. Ya no tienen más paciencia y se han cansado de tantas historias, ahora quieren resultados, sólo y simples resultados. Esa forma de ver las cosas, es probable que también haya sido observada por los sesenta mil compatriotas que están en España, los trescientos mil que partieron rumbo a la Argentina en los últimos cuatro años, y muchos aquellos no contabilizados, pero que están recorriendo los más lejanos puntos del planeta.

Por los sabios consejos de mi querido abuelo, los cuales he seguido al pie de la letra, uno en especial me decía que siempre me alejara de la persona negativa, porque estando a su lado, recibiría muy malas ondas. Sin embargo con “Desastre”, abrí una excepción, ya que me demostró que es un buen amigo, de corazón noble y desprendido, siempre preparado para dar su ayuda.

Con él hay dos caminos, aceptarlo tal como es o separarlo del círculo de mis amistades. He optado por lo primero aún a costa de ser bombardeado por su terrible pesimismo. Sin embargo, mi coraza blindada está hecha a prueba de veinte como “Desastre”.

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