Los aborígenes americanos (no indios), vivían contentos y felices en todo el continente.
Tenían a la madre naturaleza de su parte. Tomaban de ella sólo y únicamente lo imprescindible para vivir.
Sólo mataban los animales y cortaban los árboles que necesitaban para su alimento o su vivienda.
No existía por lo tanto el concepto de devastación.Sólo que eran muy diferentes las costumbres americanas a las europeas.
Tenían a la madre naturaleza de su parte. Tomaban de ella sólo y únicamente lo imprescindible para vivir.
Sólo mataban los animales y cortaban los árboles que necesitaban para su alimento o su vivienda.
No existía por lo tanto el concepto de devastación.Sólo que eran muy diferentes las costumbres americanas a las europeas.
Vivían casi desnudos, porque su idea del pudor no pasaba justamente por tener más o menos ropas. Sus dioses eran diferentes al Cristo de los europeos, así como las enseñanzas de los mayores que eran menos hipócritas que la de los del otro continente. Su imagen de las costumbres pasaba más por lo espiritual que por lo material.
Existían civilizaciones tan o más avanzadas que las de los europeos, en la misma época, como eran las Aztecas, Mayas o Incas y otras que no habían alcanzado tal avance en conocimientos, pero que tenían un concepto de la espiritualidad más completo y adelantado que aquellos tres pueblos ya citados. Tal el caso de los guaraní (no existe plural para estos aborígenes, no confundir con el signo monetario).
Dicho pueblo no construyó ni grandes templos, ni construcciones perdurables en el tiempo, ya que su misión en la Tierra era solo un pasaje hacia otra dimensión y las cosas materiales no los deslumbraban.
Por eso en sus construcciones particulares no se observan ni muebles ni otro tipo de objetos sofisticados.
Lo importante para ellos era conseguir el nivel más alto de espiritualidad para poder conversar con su dios Tupã o Ñamandu o Tenonde, dependiendo de la etnia.
Por eso en sus construcciones particulares no se observan ni muebles ni otro tipo de objetos sofisticados.
Lo importante para ellos era conseguir el nivel más alto de espiritualidad para poder conversar con su dios Tupã o Ñamandu o Tenonde, dependiendo de la etnia.
¡Qué casualidad!, lo mismo que predicaban los europeos y su principal religión, cosa que unos practicaban y los otros sólo de boca para afuera. Todo iba bien para los aborígenes, hasta que llegó el aciago día del 12 de octubre de 1492. Ahí se terminó la paz y la felicidad de los estimados 12 millones de americanos. La historia a partir de esa fecha, ya no sería la misma, la suerte de todos ellos ya estaba echada.
Según lo que nos contaron las maestras, en la escuela, hubo un intercambio de conocimientos entre las dos culturas y que ambas se beneficiaron. ¿Y qué ganaron los aborígenes?, esa es la verdadera pregunta. Por lo que humildemente entiendo el trueque fue demasiado desventajoso para nuestros indígenas.
Ellos llevaron la peor parte de todo esto. Los blancos robaron el oro y la plata, tomaron tierras que no eran suyas, violaron a las mujeres, los convirtieron al cristianismo a sangre y fuego, los redujeron a esclavos y fueron tratados peor que animales.
Ellos llevaron la peor parte de todo esto. Los blancos robaron el oro y la plata, tomaron tierras que no eran suyas, violaron a las mujeres, los convirtieron al cristianismo a sangre y fuego, los redujeron a esclavos y fueron tratados peor que animales.
Los hicieron vestir con ridículas ropas europeas, les quitaron sus verdaderos nombres e interfirieron en sus ancestrales costumbres. Les negaron todo tipo de conocimiento, justo a ellos que tanto sabían de botánica, ya que su clasificación era mucho más perfecta que la del sueco Carlos Linneo, quien 200 años después, tuvo que rendirse a la tipificación guaraní. Para quien no lo sepa, el 80 % de los nombres científicos de las plantas, es en esta lengua.
Perdieron sus bosques y sus animales. Le contaminaron los ríos y arroyos, les cercaron con alambre de púas sus propias tierras. Ganaron enfermedades de todo tipo, nunca antes conocidas en América, entre ellas la sífilis y la blenorragia. Por primera vez conocieron el hambre, la humillación y la mendicidad. Fueron arrastrados y obligados a participar en cuanta guerra tuvieron los blancos, cosa que no era de su real incumbencia.
Todos los gobiernos que se sucedieron, después de las distintas independencias americanas, se han comportado indiferentes ante su situación, es más, han procurado esconderlos bien, en donde no se los pueda ver o se los muestra como simples artículos decorativos ante los turistas extranjeros. Ellos mismos no se sienten paraguayos, y tienen motivos sobrados para hacerlo.
Se los sigue discriminando, son el objetivo de cuanta iglesia americana o europea aparezca, pero no para ayudarlos, si no, para que abandonen sus riquísimas tradiciones espirituales, en un grosero te doy de comer si te haces cristiano.
Se los sigue discriminando, son el objetivo de cuanta iglesia americana o europea aparezca, pero no para ayudarlos, si no, para que abandonen sus riquísimas tradiciones espirituales, en un grosero te doy de comer si te haces cristiano.
¿A esto se le llama libertad de cultos?. Parece mentira, sin embargo
¿A qué genocidio te refieres? Al efectuado por Inglaterra en América del Norte que apenas dejó muestras de sus aborígenes, su lengua y su cultura o al efectuado por España, que si éstuvo mal, pero del que sobreviven millones de indígenas en América Central y del Sur, hablando sus lenguas y, en bastantes casos, sojuzgados por sus propios compatriotas?
ResponderBorrarNo, no estuvo bel llevada la colonización, pero acaso lo estuvo la romana, la goda o la arábiga?
Si te llamas Steimberg, vives en Paraguay, eres blanco y escritor (¿...?), ¿ No te sientes responsable de la situación de miseria cultural y económica a la que habéis llevado a los verdaderos nativos y propietarios de estas tierras?. Sorprende el reduccionismo a la que algunos llevan la Historia, de la que no hay que enorgullecerse, solo por satisfacer una mal disimulada xenofobia, que como todo el mundo sabe, se cura viajando y leyendo. Mas valiera luchar para cambiar a los políticos y poderosos propietarios del país (las iglesias especialmente que lo contaminan todo) y devolverle el respeto y la dignidad que se merecen las victimas del sistema capitalista; en particular los guaraníes- y en general, todos los demás.
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