Existían demasiadas expectativas ante la visita del presidente brasileño, a quien se lo esperaba impacientemente para iniciar diálogos concretos y efectivos que posibilitaran abrir nuevos canales de comunicación y comenzar a solucionar un sin fin de viejos y repetidos temas que afectan y lesionan seriamente nuestros intereses.
Tanta era la fe y la confianza depositada en la llegada de Lula a estas tierras, que en los días previos, los titulares de la mayoría de los grandes medios, se deshacían en miles de elogios, alentando con simples expresiones de deseo, el inicio de una nueva página en las relaciones entre los dos países.
Ambos mandatarios, como ordena el protocolo, se tiraron flores en la conferencia de prensa, hecha después de la inauguración de las dos nuevas turbinas. Pero ante una pregunta concreta y directa realizada por un colega compatriota, el presidente del país vecino, con una leve mueca de sus labios, que pretendió ser una casi sonrisa, chuleó la respuesta democráticamente al mejor estilo Ronaldinho.
Y fue en ese preciso momento en que la gran burbuja de hermosos colores que se armó con su arribo finalmente, se pinchó. Otra gran desilusión que nos provocan nuestros queridos “hermanos” de la orilla de enfrente. Como cierta vez me confesó un viejo diplomático argentino: “No existen países hermanos, solo existen intereses”, agregando “Muchas cosas bonitas se colocan en los discursos, pero las realidades son otras”.
Las pequeñas grandes cosas que pensamos que se iban a terminar, por desgracia van a seguir igual que siempre, dado la acostumbrada inflexibilidad del Palacio de Itamaraty. Por lo tanto no nos van a “comprar” nuestra parte de Itaipú, no van a colocar un arancel preferencial para los famosos compradores del vecino país y descomprimir al mismo tiempo el grave problema social creado a los habitantes de ambas orillas del Paraná.
Tampoco se hablará de la construcción del segundo puente, otro tema sin solución, peleado, debatido y nunca resuelto desde hace 14 años. No se revisará el Tratado, ni se corregirá el artículo en el cual se regaló el futuro de nuestros descendientes y que jamás los brasileros permitirán que se enmiende ni una sola de sus letras.
No se corregirá aquel grosero error que prohibía vender energía a terceros países, caso Argentina o Bolivia que ofrecieron muy buenos negocios a Paraguay a cambio de la electricidad no consumida. No harán un muro que es una vergüenza, pero construirán un enrejado que es un poquito menos vergonzoso.
Para colmo de males, en uno de los tantos periódicos brasileros salió en tapa que existía últimamente una gran animosidad anti-verde-amarilla. Eso no es verdad, por ahora, pero si nos siguen robando peces de Ayolas, llevándose nuestra madera de las reservas indígenas, comprando por monedas tierras pegadas a la frontera a los campesinos, llevándose toda la soja a su tierra sin darle valor agregado, siendo bastante indulgentes para con sus conciudadanos que hacen, fomentan y financian la piratería aquí, pero en su país son unos santos varones.
Si continúan contaminando nuestras tierras con continuos contrabando de pesticidas y venenos de todo tipo, generalmente vedados en su tierra, si echan a uno que otro paraguayo que trabaja ilegalmente en Foz, cuando en Ciudad del Este existen más de 20.000 brasileros indocumentados, que cruzan el puente todos los días sin que nadie diga nada.
Si somos el hazmerreír de todos sus programas cómicos, como “La plaza es nuestra” donde el paraguayo es sinónimo de piratería y baja calidad. Si continúan en esa postura, que no se asombren si un día de estos, les ponemos mala cara, porque otra ya no nos va a quedar.
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