Desde hace muchísimos años que la prensa, las autoridades nacionales, los funcionarios extranjeros y los organismos internacionales vienen desarrollando intensas campañas de concientización a fin de desterrar esa plaga que castiga injustamente a los que cumplen religiosamente con sus obligaciones impositivas y laborales.
Un mal endémico que desembarcó en estas tierras, junto con la inauguración del Puente de la Amistad y que desgraciadamente llegó para quedarse y según parece, como están las circunstancias, para no irse nunca más. Esa cosa tan inocente, en su apariencia externa, y que le provoca tantos males además de una espantosa fama a nuestro país, se llama piratería.
Ríos de tinta y millones de palabras aún parecen insuficientes para detener a los cientos de operadores marginales que se mueven ya no en las sombras, si no a plena luz del día, protegidos y amparados por la enorme impunidad que reina lamentablemente en todos los ámbitos de nuestra patria.
Las cifras anuales que se manejan podrían llegar estimativamente a cuadruplicar nuestra deuda externa; tal es así, que se puede decir con cierta seguridad que es tanto el dinero que circula, que permitiría comprar demasiadas conciencias y amordazar otras tantas bocas.
Pareciera que la institución de la piratería, a quien la profesa, le otorga cierto status y despierta la admiración de amigos, vecinos y parientes. Sin embargo a los ojos de la ley (no la nuestra, por supuesto) es apenas solamente un delincuente. Pero como en estos años, los verdaderos valores se han trastocado. El pirata, en vez de merecer la cárcel, sólo se lo reverencia por su ingeniosa y astuta forma de ganar fácil el dinero.
Por eso este sistema es tan injusto, ya que a simple vista los que se mantienen del lado de la ley y cumplen sus obligaciones son los estúpidos, los que la quiebran o violan reiteradamente las normas son los muy vivos y astutos. ¿En donde ha quedado todos los preceptos que nos han enseñado de niños nuestros padres? ¿Qué nos ha pasado que ahora se premia al malo y se castiga al bueno?
La piratería no aporta nada al país. Aparentemente da mano de obra, pero por muy poco tiempo y con el riesgo de caer preso en cualquier momento. No paga los impuestos que le corresponden y si lo hacen, evaden el 80%. No pagan IPS, ni aguinaldo, ni vacaciones y tampoco le sirve al empleado como referencias para su curriculum.
Los empresarios piratas depositan el dinero mal habido en el exterior, porque saben muy bien que en cualquier momento se les puede terminar su suerte. Muchas veces ese mismo dinero no es suficiente para algunos fiscales ambiciosos que desean seguir trepando como sea, en la carrera judicial, ya que a menudo los traicionan y les caen de improviso sobre algún depósito bastante escondido.
Valores trastocados, ideas robadas, propiedad intelectual defraudada y muchos usuarios y empresas famosas estafadas y bastante dinero en negro, que luego será lavado, es parte del saldo que deja la piratería, que muchas veces no la comete ese marginal, que vive escondido en el anonimato, tras las sombras.
Al contrario, lo efectúan modernos empresarios exitosos, que han dejado el parche negro y la pata de palo, y nadie sospecha que esos santos varones, podrían involucrarse en semejantes actividades delictivas. Tampoco todos son extranjeros. Nuestra gente no quiere ser menos que aquellos y también saca sus garras. No importa el artículo que se falsifique, siempre se tratará de ganar el dinero fácil, con las ideas de otro y corriendo los riesgos lógicos de cualquier actividad que vaya por izquierda.
Se tratará de minimizar riesgos y maximizar las ganancias, esa es la cuestión. Lo que quede por el camino no tiene realmente ninguna importancia. Como no bastaba falsificar estampillas fiscales para que se enojen nuestros hermanos brasileños, ahora está de moda piratearles las señales de Internet. Todas las empresas legales se quejan ante Copaco y Conatel, y la respuesta es siempre la misma. No tenemos presupuesto para identificar a los culpables.
Es voz popular que varias empresas locales de informática están involucradas, basta con ser un simple usuario y se notará enseguida la interferencia que producen en el espectro. Ríos de tinta y millones de palabras seguirán corriendo para que nada se modifique y nuestro prestigio nacional siga arrastrándose por el suelo. Al final de cuentas seguiremos corriendo en círculos.
Que buena información y que cierte
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