Hace un par de semanas atrás, ocurrió un hecho desagradable y desgraciado, difundido por toda la prensa del país y también del exterior. La mala suerte tocó las puertas de la empresa láctea Parmalat, al dejar un tendal de contaminados a causa de la contaminación de su leche “Ultra”.
¿Cómo pasó eso?, no tiene mucha importancia a esta altura de los acontecimientos, sólo deseamos que nunca más se repita aquel infortunado suceso. Desde ya descontamos que una compañía de ese porte y nivel internacional tiene un alto grado de eficiencia y sus normas de seguridad son altas.
Por lo tanto, es posible que todo no haya pasado de un lamentable accidente. Eso es por un lado. Por el otro tenemos a muchas personas que lamentablemente sufrieron descomposturas y algunas tuvieron que ser internadas, estando varios días en grave estado. No hay que decir que un sólo día, en cualquier tipo de instalación médica, sale un ojo de la cara y media nariz.
Ya los grandes titulares han desaparecido y las letras catástrofe también, sin embargo la mayoría se ha repuesto y solo unos cuantos aún siguen padeciendo los famosos efectos secundarios. Parmalat sufrió un fuerte golpe a su economía. Tuvo que retirar todos sus tipos de leche del mercado local, justo en uno de sus mejores momentos, en donde competía mano a mano con los menonitas por un espacio importante en el mercado.
Por efecto dominó, también los demás productos de la amplia gama que posee, inclusive hasta las galletitas que nada tuvieron que ver en aquel incidente. Todo el dinero que esta empresa perdió es realmente impresionante. Cuánta gente vive directa e indirectamente de esta firma, y que siempre está en constante crecimiento.
Todo está bien, sin embargo existe un lado oscuro de la cosa, que es más bien ético que moral y tiene con una forma de proceder que no es totalmente correcta al modesto entender de quien escribe estas humildes líneas. La firma quiere y necesita volver al mercado, y estamos de acuerdo. Es imprescindible que se vuelva a posicionar y para eso tiene que hacer un relanzamiento a nivel nacional, etc., etc., etc.
Pero primero debe saldar su deuda con las decenas de víctimas; tanto moral como económica por supuesto, ya que hoy en día los remedios no los regalan ni caen del cielo. Los hábiles y carísimos abogados de la Parmalat, acostumbrados a todo tipo de trucos, encajonados, pérdidas de expedientes y “chicanería” legal, deberían asesorarles mejor a los lecheros, para que acepten de una buena vez por todas su error, voluntario o involuntario e indemnizar a todos aquellos que confiaron en la marca.
Así lo hace saber Ricardo Barlanca, ciudadano uruguayo con nueve años de residencia en Hernandarias y que no está repuesto del todo de su salud, no deja ocultar su indignación ante esta injusticia. “Que no llegue a pasar igual que Rysa, después de aquel accidente, en que pagó a algunos y dejó en b… , a otros, todo era según el poder de cada uno de los abogados que intervinieron. Por eso esta empresa tiene ahora muy pocos servicios en Hernandarias, nadie la quiere”.
Para que no se vuelva a cometer más injusticias, señores lecheros, paguen primero y luego vuelvan al mercado, al revés suena como a falta de respeto al consumidor. No se olviden que no solo ustedes están apurados, a los que perjudicaron queriendo o sin querer también lo están. Al fin de cuentas el hombre no sólo vive de leche.
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