miércoles, 8 de septiembre de 2010

NICANOR BEACH PARK

Al igual que aquel recordado Paraguay Beach Park, que era una paradisíaca y faraónica construcción en Luque, donde se copiaba, a una isla tropical con olas y todo, pero con la salvedad de estar cimentada sobre un país netamente mediterráneo, y a mil kilómetros del mar.

La idea, como tantas otras, era estupenda y bastante original, pero impracticable, dado que sus altos gastos fijos nunca fueron contemplados. Como tampoco se pensó en la explotación de aquel maravilloso complejo recreativo, ya que como negociado fue mucho más rentable.


Lo triste de esta historia es que el engaño fue tan bien hecho, con una buena base de cuento, viveza, burbujas, y un excelente marketing, muchos compatriotas cayeron en aquel lamentable episodio, perdiendo algunos, una buena parte de sus economías.

Parafraseando aquella triste aventura de nuestro pasado reciente, podríamos unir a la idea que nos vendió nuestro querido y nunca bien ponderado señor presidente cuando asumió la presidencia del país en agosto de aquel lejano 2003.

El también tenía en mente la creación de un país de maravillas, donde uno se jubilaba sin necesidad de gestores ni 300 visitas a las oficinas de trámites. Que el seguro de salud estatal te tratará como gente y no como perro con “caracha”, cada vez que se necesitaba de sus servicios.

Que las fuerzas de seguridad protegieran a toda la sociedad y se pudieran identificar bien a quien era el delincuente y quien el policía. Que las escuelas rancho se terminarían junto con aquellos maestros y profesores con muy poca capacidad académica. Que las universidades además de entregar excelentes profesionales, tuvieran suficiente presupuesto para la investigación.

Que los avisos clasificados ofreciendo trabajo rebalsarán la medida de los diarios, en vez de tener que ir a buscar aventuras laborales en España o Argentina. Que se incentivará la exportación, haciendo menos complicada su burocracia y que cada embajada nuestra fuera un puesto de venta de nuestros buenos productos, que los tenemos, y no solo un lugar de compras para las esposas de los funcionarios acreditados.

Que los campesinos que no tienen tierras, las obtuvieran y no las pudieran revender por espacio de 99 años. Que se le enseñe a esta gente a trabajar la tierra con las nuevas técnicas, pero no con esos ingenieritos creídos del ministerio que bajan en punta de pie de sus camionetas 4x4 nuevas, para no ensuciarse el reluciente calzado comprado en algún shopping “chuchi” de Villa Morra.

En sus sueños, nuestro querido y nunca bien ponderado señor presidente, ha deseado que todos los habitantes del país pagaran sus impuestos, y eso está correcto, siempre y cuando para implementarlo, el país no debiera estar padeciendo una aguda recesión, ni haberse roto la cadena de pago, ni existir 1.500.000 de desocupados y sub.-ocupados.

Que se cumplieran todas esas hermosas leyes que protegen a la ciudadanía, si es que alguna vez, se las llega a aplicar. Que la justicia no fuera aprovechada por el partido gobernante, y sí con independencia de criterios, inclusive del poder ejecutivo.

Que hubiera castigo a los pésimos funcionarios que se enriquecieron ilícitamente, metiéndolos presos y embargado todos los bienes mal habidos. Sin embargo esto no pasó sólo de un sueño, y nada pudo concretarse porque el país que nos prometió nuestro querido y nunca bien ponderado señor presidente, no existe más allá de sus promesas y sus buenos deseos.

Pero a ña Juana o ña María no le interesa los discursos, sólo como hará para llenar su olla todos los días. Que se dedique sólo a gobernar en estos once meses que le quedan, dejando la secretaría de propaganda a otra persona. Ese es el pedido que le hacen a nuestro querido y nunca bien ponderado señor presidente, de parte de las amas de casa.

El Nicanor Beach Park es un lugar de ensueño como sacado de una postal, sin embargo, luego de cuatro años, esta ilusión se ha roto, la isla de la fantasía se terminó y se nos cae encima una triste y angustiante realidad, la de todos los días, esa que nos dice que las papas están ardiendo y nadie las saca del fuego.

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