sábado, 18 de septiembre de 2010

META BALA Y PIROTECNIA

Parece mentira que el mismo hecho se repita todos los santos años,  a pesar de las sanas advertencias dadas por la mayoría de los medios masivos de comunicación de nuestro país. También es increíble que algunas de nuestras más estúpidas y pésimas costumbres sean casi imposibles de desterrar. Muy a pesar de todas las recomendaciones al respecto, y de la innumerable cantidad de víctimas que estos dos inocentes y aparentes juegos de niños ocasiona.

Quizás ya han adivinado mis intenciones y los felicito por eso,  pero preferiría más que se unieran a mí, en una campaña para desterrar estos dos salvajes hábitos, que ha sembrado la desgracia sobre muchas familias paraguayas, al dejar innumerables lisiados o simplemente muertos, sin ningún sentido, en medio de algo que debería ser una verdadera  fiesta.

Celebrar la Navidad y recibir al Año Nuevo con disparos de armas de fuego no lo encuentro de ninguna manera divertido y pienso que en una sociedad civilizada hay ciertas reglas de convivencia que se deben respetar, así como las mismas leyes, también me refiero a los códigos no escritos entre vecinos y amigos o simplemente gente del mismo  barrio.

En todas las comunidades existe gente intratable, cabeza dura e ignorante, que piensa que se encuentra solo y todo el sector le es de su entera pertenencia. Esa es la gente egoísta que no quiere adaptarse a vivir en sociedad. Pues si desea disparar su arma de fuego, bien, que lo haga en el Chaco, y allí que “reviente” todas las vacas criollas de cuernos largos que quiera y sin molestar a sus colindantes y con esto se saca las ganas y “opa la pleito”.

Sin embargo, estos insanos siguen disparando al aire sus armas, no importándoles cual es el calibre, ni donde caigan los proyectiles. Así muchos inocentes han muerto por culpa de estos…, bueno... es difícil encontrarles un nombre apropiado para este tipo de animal, con perdón  de toda la escala zoológica.

Las cientos de balas perdidas han sembrado pena y dolor, justamente en fechas que deberían de ser pura alegría con toda la familia reunida, muchas haciendo un gran esfuerzo económico al viajar para reencontrarse con sus seres queridos, sin embargo el luto termina empañando algo que normalmente es una fuente inagotable de  alegría y esparcimiento.

En cuanto a la pirotecnia, siempre estuve en un total desacuerdo con este tipo de manifestación barullenta, que no aporta nada, a no ser heridos y lisiados. Cuando se camina por la calle, cerca de estas fechas, se observan innumerables puestos de venta callejera, con artículos de una potencia tal, que más parecen de uso de los guerrilleros colombianos que juguetes de los niños paraguayos.

Al preguntárseles porque vendían esa porquería, su rápida contestación es: “Somos paraguayos y tenemos el derecho a ganarnos nuestro pan”. Estúpida contestación teniendo en cuenta que nadie les prohíbe que vendan cualquier cosa para llevar pan a sus mesas, pero si seguimos la relación, porque no venden cartuchos de calibre 12, cocaína, algún que otro fusil ametralladora, agrotóxicos fosforados, esclavas sexuales atadas al tronco del árbol más cercano;  total hay que ganarse el puchero sea como sea. 

Durante varios años acompañé a mi padre, en sus rondas médicas, en el Hospital Evita de Lanús (Pcia. de Buenos Aires), cuando era el director de emergencia de dicho nosocomio. Tenía unos ocho años y aún me acuerdo de la cantidad de niños y adultos con graves quemaduras, pérdidas de dedos o sorderas permanentes de uno o  ambos oídos.  La moda en aquellos tiempos eran los “rompe portones”. Los nombres pueden haber cambiado pero los efectos nocivos son siempre los mismos.

Con mis propios ojos he visto los efectos de las balas perdidas y a familiares de las víctimas llorar amargamente, mientras espiaba, detrás de las gruesas puertas vaivén, como mi padre les daba la infausta noticia. He tenido la suerte de no sufrir en carne propia ninguna de estos dos espantosos desatinos, pero la desgracia de ser testigo presencial en innumerables ocasiones.

No quisiera que este interminable rito continúe segando vidas, ni fabricando lisiados y mutilados con serias quemaduras. Cuando un niño pierde un dedo, debe ser un motivo para que sus padres, al ver a  esa mano, recuerden su negligencia y sientan un horroroso sentimiento de culpa por el resto de sus vidas. No solo por haberle consentido en darle permiso para que exploten estos artefactos, si no de proveerles el dinero necesario.

¿Dónde está el juicio de estos pésimos padres?, vaya uno a saber y ¿dónde está la sensatez del vecino al disparar un arma de fuego? No tengo una respuesta para estas preguntas. De haberla tenido, este comentario no tendría razón de ser.  

2 comentarios:

  1. Hola Riste...
    Yo no sé de dónde importamos la costumbre, pero como relatás, la cosa viene de lejos, a mí me contaba mi tía que mi papá estaba del otro lado: fabricaba bombitas, de adolescente (en la década del 30), y era PROHIBIDO, o sea lo hacía clandestinamente...
    Mi mamá contaba, cuando alguien se quejaba, de que en su valle gua'i se jugaba con fuego y bombas en san Juan ára
    Dicen que los mejicanos lo que usan mucho de balas y estruendo, hacia este hemisferio.
    Una vez, hace unos años, quise imponer orden, en el 2do intento de unos pequeños del barrio... resulta que el 1ro fue un 'comando' que lanzó un petardo en el agujero de la tapa del tanque de gasolina del surtidor de la esquina... no ocurrió una desgracia mayúscula por obra y gracia de no sé qué jára (dios)... y como decía, la 2da, el foco del comando era el medidor de agua de mi casa... salí y les estiré las orejas a algunos que alcancé (la mayoría me dice 'tía'), pero claro, siempre hay quien hace problemas y bueno un niñito orejeado se vino con los padre, tías y abuela a imprecarme por defender 'mi propiedad', al reclamarle que cómo se mostraban tan ingratos del milagro recibido la vez anterior, me dijeron que era yo una psicópata... y bue... pero disminuyeron las bombas un tiempo... Pero normalmente, todos los años salgo a hacer algún escándalo con las bombas que tocan, como ya soy psicópata... me respetan un poco más... jaaja
    Si no entienden el milagro, entienden la justicia por mano propia... uyy qué largo. Besos

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  2. Me gustó el artículo, siempre me pregunto por que regla de tres a la gente(la mayoría) le encanta reventar bombas, no importe que se revienten ellos mismos, si hay alegría; bombas, si hay tristeza bombas. y quienes son responsables? Las personas mayores son los que les proveen a sus hijos de estos artefactos y después vienen llantos y tristeza.
    Espero que en este año nuevo hayan menos muertos y lisiados.

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